26/01/08
Conocí a Joan frente a una sala cine. Ambos acababamos de ver una propuesta cinematográfica de "Casa tomada" o "Cartas a mamá", durante un ciclo de cine (y otras actividades culturales al caso) de Julio Cortazar. En realidad no lo conocí yo, lo conoció Marielos, simulando alguna especie de malentendido.
Tiempo después habríamos visto y platicado de cientos de diferentes películas. Más platicado que visto, pero tomando en cuenta el poco tiempo real con el que contó nuestra amistad, probablemente fue más de las que he visto, en proporción, con la gran mayoría de las personas.
Yo le recomendé muchas películas y él simplemente pareció insistir en esta, "La vida secreta de las palabras". Tardaría algo de tiempo en relacionar el origen catalán de ambos (Joan y la directora) como el posible motivo de esta insistencia.
"I though, you and I, maybe we could go away somewhere. Together. One of these days. Today. Right now. Come with me"
No vi en ese entonces, ni poco tiempo después la película. Era una constante, sin embargo no tuve la oportunidad ni tampoco hice un especial esfuerzo por conseguirla entonces. Creo que a veces las cosas, lo que en mi caso refiere especialmente a canciones, libros y películas; tienen que llegar en el momento preciso o de otro modo no llegarán a significar para nosotros todo lo que pudieron.
Hará apenas un par de meses que comencé a ir a rentar películas acompañando a mi entonces compañera de departamento. Yo no acostumbro ir a rentar películas muy seguido porque la dinámica de la renta no me gusta especialmente y porque me estreso teniendo que escoger una sola (o un par) película entre todas las demás. Además que cuando encuentro una película que realmente quiero ver pienso que la quiero tanto que mejor sería que ahorrara para comprarla y al final termino por desistir y llevarme una desconocida o menos trascendente.
Bueno, pero para ello un fin de semana que decidí quedarme invernando en mi cuarto fui a comprar proviciones: pan, queso, coca cola y películas. Todo lo que necesito para subsistir un fin de semana. Entonces renté "Utopía" de María Ripoll, porque Ian me la había recomendado recientemente y porque Nawja Nimri me parece una mujer hermosa y una excelente actriz; y "La vida secreta de las palabras" en un intento de retomar (que sería más bien recordar) esas viejas tardes de abundantes películas.
Así, envuelta en sábanas en el sillón durante una tarde es que inició para mí esa vida secreta: la voz en la cabeza de una joven sorda nos cuenta como comienza la historia.
Una película sin duda hermosa, emotiva, casi silenciosa a pesar de la imperiosa presencia de las palabras, y más que las palabras, el sentido de las mismas como elementos del todo. Ello sumado a un trasfondo literario que siempre consigue por atraparme sutilmente. Una narrativa especialmente particular y con un ritmo suave y delicado.
Es curioso porque esta sutil particularidad de Coixet logró llegarme de un modo quizá poco usual, e incluso días después (que podrían haber sido semanas después) cuando vi "Paris, je t'aime" con Miriam, encontré inmediatamente la similitud con el cortometraje que, efectivamente, correspondería a la misma directora y que probablemente fue el que más me gustó de toda la película. Cosa que es algo muy subjetiva, claro, sobre todo en esta película en que uno tiene suficientes situaciones como para sentirse relacionado de maneras insospechadas con alguna. ¿No?
Tal vez porque el mismo título me parece una razón clara: es esa vida a la que queremos (o quiero, al menos) volcarnos.
Y por ello me dejo llevar un poco por este sentimiento de secretas y enigmáticas relaciones e inicio mi lectura de "Cuatro cuartetos" de T. S. Eliot después de haber soñado que este mismo libro hablaba sobre un episodio de mi vida. (Un episodio que en realidad no sucedió más que un contexto onírico, pero hay que verificar hasta qué punto llegan las cosas ¿no?)
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