30/11/08
Ayer, contra todo el sentido común, sí fui al cine. La primera vez que leí sobre "Anna M." fue porque formaba parte de un ciclo en la cineteca y yo quería, claro, ver todas las películas. La sinopsis era muy escueta y al momento lo único que recordaba era que trataba sobre una erotómana. Era todo lo que yo necesitaba para querer ver una película, claro, luego me pregunto por qué me topo con tantas cosas de las que me arrepiento después.
Ian me dijo que estaban pasando una película francesa llamada "Obsesionada" y me pasó el cartel. Menos mal que lo hizo porque con semejante traducción jamás habría relacionado la película. Y, claro, ayer tuve que aprovechar el día para ir a verla.
"La mujer con que te vi no puede existir para ti. Imposible"
He de decir que, como preámbulo muy general, la película resulta desconcertante. Siempre me ha interesado el término de la erotomanía, esa fantasía casi neurótica en que crees que cada detalle confirma el amor de la persona (víctima) en cuestión hacia ti. Me parecía un tema que necesita un buen enfoque, a riesgo de arruinarse fácilmente. Y con la premisa del título, bueno, no sabía qué esperar.
Comenzamos con la vida de Anna M., una mujer con una vida monótona, aburrida, casi opresiva, que también parece sumida en una especie de aburrimiento-hartazgo.
Esa vida tiene una especie de interrupción cuando resulta herida al saltar hacia el camino de un carro. La vemos posteriormente siendo revisada por un médico para ver sus mejoras. A partir de ese momento Anna se obsesionará enfermizamente con ese médico, a quien apenas había visto una vez, y ya sólo podrá vivir para inmiscuirse en su vida, para acosarlo con sus retorcidas fantasías y la concepción de un mundo donde las intenciones y la realidad no quedan del todo claras.
Al principio, es decir, al principio de la obsesión, me pareció que aunque tenía buenas escenas, en cuestión de circunstancia, resultaba difícil basar la trama de una película únicamente en la obsesión de un personaje. Porque es sólo eso, no hay subtramas ni otras situaciones que se encadenen. Nosotros, como espectador, seguimos también obsesivamente la vida de Anna y cada una de sus acciones malintencionadas.
Pero, a partir de cierto momento en la película, debo admitir que uno queda completamente atrapado. La secuencia de escenas, las acciones destructivas, la realidad y la fantasía de Anna mezclándose de forma violenta, te atrapan por completo. Llega a incomodarte la situación de tal forma que no puedes si no seguir mirando, preguntándote hasta dónde será capaz de llegar la mujer para concretar su ilusión. Increíble, hay un momento en que la película tiene una fuerza inesperada. Coronada probablemente con unas ciertas escenas, de aparente calma, donde su fantasía llega a tener unos tintes tan siniestros, casi paranormales, que lo sumergen a uno completamente en la realidad de Anna, en su mundo enfermo.
De hecho habría sido una terriblemente buena película si le quitaran como la media hora final. A partir de cierto intento de apaciguar al personaje que le da un nuevo cariz a su patología, la trama comienza a desmoronarse. Las secuencias se vuelven más largas, con menos fuerza, hasta ser un poco insoportables. Incluso hay varias ideas que habría quedado a modo de conclusión que podrían haber sido buenas, aunque no precisamente del modo en que aparecieron. Pero se van sucediendo una tras otra mientras uno va pensando 'ya, éste es el final', 'no, ahora sí', 'ya, termina'. El modo en que concluye, incluso, de manera conceptual habría sido bastante bueno, pero la última escena cuasi bucólica e innecesariamente lenta es terrible. Ya uno está demasiado fastidiado pensando qué pasó con la buena película que estaba viendo como para que el buen sabor de boca dura hasta el final.
Son esos momentos en que uno entiende cómo una película puede ser buena aunque tenga un mal inicio, pero un final mínimamente decente es imprescindible. Porque si no queda esa sensación de: oh, es una buena película...pero qué asco de final. Y ni siquiera porque sea malo, si no porque el ritmo de la narración ya se ha perdido, nuestro personaje ya no puede sorprendernos y el director no sabe en qué momento terminar las cosas.
Fuera de eso, debo decir que por el momento no se me ocurre otra película que maneje tan bien una patología de este tipo. Ya no me refiero a los grandes asesinos sociópatas, si no una enajenación fantástica de un modo tan sexualmente violento.
A pesar de todo, y con cierto recelo, podría decir que la recomiendo. Pero que tampoco me hago responsable por reclamos. Oh.
¿A alguien se le ocurre alguna otra película que maneje este concepto de patología obsesiva y/o sexual, que sea recomendable?
Ayer, contra todo el sentido común, sí fui al cine. La primera vez que leí sobre "Anna M." fue porque formaba parte de un ciclo en la cineteca y yo quería, claro, ver todas las películas. La sinopsis era muy escueta y al momento lo único que recordaba era que trataba sobre una erotómana. Era todo lo que yo necesitaba para querer ver una película, claro, luego me pregunto por qué me topo con tantas cosas de las que me arrepiento después.
Ian me dijo que estaban pasando una película francesa llamada "Obsesionada" y me pasó el cartel. Menos mal que lo hizo porque con semejante traducción jamás habría relacionado la película. Y, claro, ayer tuve que aprovechar el día para ir a verla.
"La mujer con que te vi no puede existir para ti. Imposible"
He de decir que, como preámbulo muy general, la película resulta desconcertante. Siempre me ha interesado el término de la erotomanía, esa fantasía casi neurótica en que crees que cada detalle confirma el amor de la persona (víctima) en cuestión hacia ti. Me parecía un tema que necesita un buen enfoque, a riesgo de arruinarse fácilmente. Y con la premisa del título, bueno, no sabía qué esperar.
Comenzamos con la vida de Anna M., una mujer con una vida monótona, aburrida, casi opresiva, que también parece sumida en una especie de aburrimiento-hartazgo.
Esa vida tiene una especie de interrupción cuando resulta herida al saltar hacia el camino de un carro. La vemos posteriormente siendo revisada por un médico para ver sus mejoras. A partir de ese momento Anna se obsesionará enfermizamente con ese médico, a quien apenas había visto una vez, y ya sólo podrá vivir para inmiscuirse en su vida, para acosarlo con sus retorcidas fantasías y la concepción de un mundo donde las intenciones y la realidad no quedan del todo claras.
Al principio, es decir, al principio de la obsesión, me pareció que aunque tenía buenas escenas, en cuestión de circunstancia, resultaba difícil basar la trama de una película únicamente en la obsesión de un personaje. Porque es sólo eso, no hay subtramas ni otras situaciones que se encadenen. Nosotros, como espectador, seguimos también obsesivamente la vida de Anna y cada una de sus acciones malintencionadas.
Pero, a partir de cierto momento en la película, debo admitir que uno queda completamente atrapado. La secuencia de escenas, las acciones destructivas, la realidad y la fantasía de Anna mezclándose de forma violenta, te atrapan por completo. Llega a incomodarte la situación de tal forma que no puedes si no seguir mirando, preguntándote hasta dónde será capaz de llegar la mujer para concretar su ilusión. Increíble, hay un momento en que la película tiene una fuerza inesperada. Coronada probablemente con unas ciertas escenas, de aparente calma, donde su fantasía llega a tener unos tintes tan siniestros, casi paranormales, que lo sumergen a uno completamente en la realidad de Anna, en su mundo enfermo.
De hecho habría sido una terriblemente buena película si le quitaran como la media hora final. A partir de cierto intento de apaciguar al personaje que le da un nuevo cariz a su patología, la trama comienza a desmoronarse. Las secuencias se vuelven más largas, con menos fuerza, hasta ser un poco insoportables. Incluso hay varias ideas que habría quedado a modo de conclusión que podrían haber sido buenas, aunque no precisamente del modo en que aparecieron. Pero se van sucediendo una tras otra mientras uno va pensando 'ya, éste es el final', 'no, ahora sí', 'ya, termina'. El modo en que concluye, incluso, de manera conceptual habría sido bastante bueno, pero la última escena cuasi bucólica e innecesariamente lenta es terrible. Ya uno está demasiado fastidiado pensando qué pasó con la buena película que estaba viendo como para que el buen sabor de boca dura hasta el final.
Son esos momentos en que uno entiende cómo una película puede ser buena aunque tenga un mal inicio, pero un final mínimamente decente es imprescindible. Porque si no queda esa sensación de: oh, es una buena película...pero qué asco de final. Y ni siquiera porque sea malo, si no porque el ritmo de la narración ya se ha perdido, nuestro personaje ya no puede sorprendernos y el director no sabe en qué momento terminar las cosas.
Fuera de eso, debo decir que por el momento no se me ocurre otra película que maneje tan bien una patología de este tipo. Ya no me refiero a los grandes asesinos sociópatas, si no una enajenación fantástica de un modo tan sexualmente violento.
A pesar de todo, y con cierto recelo, podría decir que la recomiendo. Pero que tampoco me hago responsable por reclamos. Oh.
¿A alguien se le ocurre alguna otra película que maneje este concepto de patología obsesiva y/o sexual, que sea recomendable?
No hay comentarios:
Publicar un comentario