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12.6.09

"Batoru rowaiaru II: Chinkonka", Kenta Fukasaku & Kinji Fukasaku



12/06/09
Hace algún tiempo, recientemente, reseñé "Battle royale" en su primera parte, porque decidí ponérsela a mi hermana. A partir de ahí resurgió mi amor por el concepto y me dediqué a leer el manga, a hacer una propuesta de historia sobre lo mismo pero con mis compañeros de clases y, en general, a obsesionarme. Juniper Girl, en aquel entonces, me recordó que había una segunda que aún no había visto y eso sólo incrementó mis deseos de continuar retroalimentando mi fascinación. Aunque los comentarios que había escuchado al respecto oscilaban del 'no se compara' a 'la idea es casi la misma'. Pero valía la pena arriesgarse.



"The thing people fear most isn't dying, it's being forgotten"

Bueno, tanto como valer la pena diría que es relativo, pero es algo de lo que no podría hablar de no haberla visto. Yo pensaba que la idea de 'Battle royale' sólo podría ir en dos direcciones: la más lógica sería otra visión del juego pero con nuevos personajes y todo lo que eso representa. Yo habría aceptado esa versión de buena gana, me encanta el concepto del programa y creo que hay tantas posibles combinaciones de personajes y armas que podrían resultar interesantes. La otra opción era apegarse más a la idea del comic, en que hay toda una justificación social para la conformación del juego. Que no es necesaria pero que podría agregarle más a una nueva película.
Los Fukasaku no hicieron exactamente ninguna de las dos, o un poco de ambas. También es difícil saber a quién echarle la culpa cuando el proyecto fue retomado por el hijo tras la muerte del padre. Pero ese no es el punto.
La crítica podría partir del hecho de querer hacer algo diferente. No un segundo juego al estilo de 'Saw', 'El cubo' y demás en que las condiciones cambian pero la idea es casi la misma. Aquí hay una intención clara de modificar el concepto para crear algo nuevo. Lo cuál es loable hasta cierto punto, y lo sería especialmente en caso de que hubiera funcionado.
Tras la breve introducción de una estudiante medio autista, se nos revelan las nuevas condiciones del programa: se ha escogido deliberadamente una escuela de niños problemáticos, y su misión no será tan solo intentar sobrevivir si no que tendrá 'una finalidad superior'. A mí, ya de entrada, todo esto me suena a prostitución de la idea original, como si nos pudieramos creer que porque salen niños y tienen armas ya estamos hablando de la misma cosa (claro, podríamos decir que "Crash" es una continuación de "Amores perros" porque, total, las historias se unen a través de choques automovilísticos).
En el manga se maneja la idea de que Japón es un estado totalitario que reprime a los individuos y que reniega de todo lo extranjero. El programa es un proyecto en que se cuestionan la exposición a la violencia en los adolescentes y el modo en que estos reaccionan, a la vez que mantiene a la población en un miedo constante. De todo esto tomaremos un Japón medio represor aunque no muy aclarado, donde los jóvenes que han sobrevivido a los juegos anteriores han formado un grupo terrorista para hacerle la guerra a los adultos. Es como el modelo de clases marxista pero fundamentado en edades. Y bien, si de por sí Nanahara había resultado un personaje más que insoportable, aunque necesario, en la primera parte, pues aquí lo tendremos igual de odioso pero dirigiendo su propio grupo terrorista. Esto no podía llevar a nada bueno.
Los jóvenes problema tienen un juego mucho más elaborado, ahora tienen uniformes, están agrupados por pares (debo reconocer que incluso eso me pareció un extra atractivo, hacer más difícil la supervivencia a la vez que debes garantizar la de tu pareja asignada) y deben sobrevivir a los ataques del grupo terrorista, a cuya base trataran de entrar para asesinar a su líder. Si logran hacerlo, todos los que estén vivos hasta el momento sobrevivirán. Básicamente.
Creo que llegado a este punto ya todos nos olvidamos de que la idea precisamente de BR era la violencia por la violencia, y que su denuncia social se fundamentaba en ellos. En este revés de segunda parte de lo único que podríamos hablar es de una cierta idea de las sociedades revolucionarias y/o la lucha de clases y/o de los problemas adolescentes en circunstancias adversas. Y todo eso rascándole mucho a la idea, porque de entrada son sólo jóvenes creyéndose guerrilleros, sin ninguna razón aparente (porque, seamos objetivos: ¿por qué no mandar directamente al ejército a matar a Nanahara? seguro que están mucho más preparados para esa misión).
A partir de esa idea, independientemente de si nos parece bien como continuación o como trama de película por sí misma, hay muchos problemas de guión. El primero es el encargado de dirigir la operación, algo así como la versión de Kitano en esta segunda parte. Es terrible. Casi podría pensar que es de los peores diseños de personaje que he visto jamás. Tratan de poner a un hombre prepotente, medio loco y adicto a las pastillas y nos queda un fantoche de todo eso. Es increíblemente sobreactuado, su propia estética es molesta, nadie se lo cree y es incongruente hasta consigo mismo. Me causaba un dolor casi físico verlo. Y si eso lo comparamos con el increíble Kitano se la primera parte, es casi una ofensa directa. Terrible.
Luego los jóvenes problemáticos, que de problemáticos sólo tenían el tinte, creo yo, y un par de tonos más alta la voz. Igual es difícil ser rebeldes en un Japón oprimido, yo no sé. Comenzando porque vemos muy poco a los personajes porque el 90% muere en los primeros minutos, nos queda un grupo homogeneo de chicas que lucen muy parecidas (y que nunca queda muy claro cuál es su cualidad problemática, porque no hacen mucho), un protagónico aún más molesto que Nanahara (una versión japonesa, adolescente y mal teñida de Adrien Brody, me atrevería a decir, pero creo que nada más es por la nariz). Más que rebelde sólo es necio, actua mal y no es particularme hábil. Nanahara continua en la misma línea pero con distinto vestuario, e incluye escenas de lánguida reflexión que no se las cree nadie, pero creo que si lo aceptamos antes lo volveremos a hacer, aunque sea menos convincente. La única que se salva en toda la película es Shiori Kitano, la chica que nos introdujo a la historia y que es hija del Kitano de la primera. Eso o mi amor me ciega. Es el único personaje interesante, con una historia mínimamente planeada, el único que actua bien y que uno puede seguir. Eso y los dos segundos de aparición de Kitano, que son una delicia con todo (eso o mi amor me ciega, pero lo dudo).

El desarrollo de la película, después de todo esto, es sencillamente regular. Cumple con lo que se esperaba que cumpliera, me imagino, pero con la simple idea que la conforma ya se sabe que no puede funcionar. Que todo el asuntillo guerrillero no se lo cree nadie, que la mayoría de las cosas que pasan parecen no tener sentido y que uno detesta a casi todos los personajes. No hay mucha violencia, no hay emoción, no hay retos, todos disparan todo el tiempo, la gente muere y ni te das cuenta y la sola justificación de todo lo que pasa es absurda.
Hice que Nery la viera conmigo prometiéndole violencia asiática y quedé muy mal parada. Es muy triste porque no le hace ni un poquito de justificia a la excelente primera parte.


























1 comentario:

  1. Estoy tan de acuerdo contigo, sobretodo con la parte del profesor que aunque es uno de los actores fetiches de Miike no llega... terrible. Y que me dices del "Andy Brody" japones, por esta pelicula es que confirme que hay muy malos actores japoneses y que más vale ser un idol japones.

    Ademas la primera me parecio una idea propia del Japón, es decir, algo que podría ocurrir por su cultura y hacía donde van... por eso era más que interesante esa critica implicita. Ahora la segunda, cuando metes algo... que además es una realidad por la que ya han pasado varios países, con resultados mas que demostrados y no sé para mí una realidad muy latinoamericana no sé...

    Totalmente de acuerdo todo.

    Saludos.

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