18/10/10
Y, bueno, para que no se me fuera el festival de Sitges sin haber visto ni una película animada (que en general diría que por las tramas no me llamaban demasiado la atención) pues opté, claro, por la asiática. También porque creo que la confundí y pensé que era otra pero bueno, eso sólo incrementa el elemento sorpresa. En este caso estamos hablando de "Colorful".
"Nuestras vidas están conformadas de muchos colores. Colores bonitos y colores feos. Es sólo que a veces no sabemos cuáles son los colores que nos conforman"
La portada con la que la promocionaban, que era también el fotograma que yo pensaba usar, era la imagen de este mismo chico sumergido en una suerte de montón de flores cuyos colores se confundían hasta darla una consistencia abstracta y parecía que el emergía como de entre las aguas en todos estos tonos. Eso podría darle una idea equivocada a cualquiera de esta película, como que se trataba de una especie de trama fantástica y loca, pero no exactamente.
Una suerte de edificio gubernamental, esa idea de que el purgatorio es una estancia de paso sin mayor contexto semántico. Tenemos la perspectiva de un alma que despierta desmemoriada tras la muerte a punto de enfrentarse con su destino, sea cual sea éste. Pero antes de que le toque turno aparece un niño de cabellos grises que le avisa que ha sido escogido para tener una segunda oportunidad: tomará posesión de un cuerpo cuya alma está en tránsito hacia la muerte y podrá vivir de nuevo para tratar de remediar los errores de su vida pasada y poder reincorporarse al ciclo de las reencarnaciones. Claro que siempre puede arruinar de nuevo esta segunda oportunidad y su alma sería desechada. Al espíritu no parece convencerle especialmente pero igual no tiene opción, y de pronto despierta en el cuerpo de un chico de unos 14 años que trató de cometer suicidio. Y ahí la historia comienza.
Hay muchas películas sobre segundas oportunidades, pero con todo debo decir que el planteamiento tan estructuralmente organizado de ésta me pareció muy interesante. Comenzando por todo el trasfondo budista sobre la reencarnación, el modo en que las almas cargan con sus errores, la posibilidad de enmendarlos a través de una expiación concreta, y la noción de que el 'premio' final sería asegurar que su alma continue reencarnando. No es tampoco que la película profundice demasiado en el tema más allá de las condiciones presentadas, pero creo que resulta bastante interesante este aspecto kármico.
Luego está la trama en sí. Makoto es el chico en que el alma ha tenido que reencarnar. Un joven de catorce años que se atragantó con pastillas para dormir. El alma conoce, a modo de datos, todo sobre la vida del chico porque el niño de cabellos grises lo mantiene al tanto, pero en realidad tampoco sabe quién es. Tiene que incorporarse a una vida que es suya pero en la que no se siente involucrado, y se comienza a librar una batalla por tratar de mantenerse distanciado de las cosas (las cosas que afectaban a Makoto) al tiempo que ya no puede evitar que tengan una repercusión sobre él. A veces el personaje resulta algo desesperante pero, bueno, también es porque los adolescentes suelen ser desesperantes por sí mismo, y también porque él está viviendo una serie de circunstancias a las cuáles no sabe cómo responder.
Por otro lado es una película relativamente sencilla, donde fuera de todo esos detalles metafísicos nos centramos en seguir la vida de un adolescente con problemas al tiempo que tanto él como nosotros los vamos descubriendo. En este aspecto casi toda la película transcurre de un modo realista y a veces podría parecer que su intensidad disminuye cuando entramos en secuencias que nos podrían parecer, inicialmente, poco relevantes. Sucede que el mensaje final es claro: todas estas cosas (las dolorosas, las importantes, las molestas, las aparentemente irrelevantes) forman parte de nuestra vida. Del mismo modo en que la metáfora de los colores, aunque la película en sí misma no sea particularmente colorida.
Aunque no resulta espectacular debo decir que es una película grata, de la que uno sale sintiéndose casi que formó parte de ese proceso (debido, claro, a que como sabemos casi siempre lo mismo que el protagónico, es más fácil involucrarnos) y con una sensación agradable. Quizá lejos de ser una joya pero sin duda una película que resulta bastante agradable de ver.
Y estoy leyendo por ahí que aparentemente el director, Keiichi Hara, tiene algunas otras películas dignas de ver. Me plantearé el ponerme a buscarlas.
¿Película favorita sobre segundas oportunidades? (y ello es un tópico tan amplio)
Y, bueno, para que no se me fuera el festival de Sitges sin haber visto ni una película animada (que en general diría que por las tramas no me llamaban demasiado la atención) pues opté, claro, por la asiática. También porque creo que la confundí y pensé que era otra pero bueno, eso sólo incrementa el elemento sorpresa. En este caso estamos hablando de "Colorful".
"Nuestras vidas están conformadas de muchos colores. Colores bonitos y colores feos. Es sólo que a veces no sabemos cuáles son los colores que nos conforman"
La portada con la que la promocionaban, que era también el fotograma que yo pensaba usar, era la imagen de este mismo chico sumergido en una suerte de montón de flores cuyos colores se confundían hasta darla una consistencia abstracta y parecía que el emergía como de entre las aguas en todos estos tonos. Eso podría darle una idea equivocada a cualquiera de esta película, como que se trataba de una especie de trama fantástica y loca, pero no exactamente.
Una suerte de edificio gubernamental, esa idea de que el purgatorio es una estancia de paso sin mayor contexto semántico. Tenemos la perspectiva de un alma que despierta desmemoriada tras la muerte a punto de enfrentarse con su destino, sea cual sea éste. Pero antes de que le toque turno aparece un niño de cabellos grises que le avisa que ha sido escogido para tener una segunda oportunidad: tomará posesión de un cuerpo cuya alma está en tránsito hacia la muerte y podrá vivir de nuevo para tratar de remediar los errores de su vida pasada y poder reincorporarse al ciclo de las reencarnaciones. Claro que siempre puede arruinar de nuevo esta segunda oportunidad y su alma sería desechada. Al espíritu no parece convencerle especialmente pero igual no tiene opción, y de pronto despierta en el cuerpo de un chico de unos 14 años que trató de cometer suicidio. Y ahí la historia comienza.
Hay muchas películas sobre segundas oportunidades, pero con todo debo decir que el planteamiento tan estructuralmente organizado de ésta me pareció muy interesante. Comenzando por todo el trasfondo budista sobre la reencarnación, el modo en que las almas cargan con sus errores, la posibilidad de enmendarlos a través de una expiación concreta, y la noción de que el 'premio' final sería asegurar que su alma continue reencarnando. No es tampoco que la película profundice demasiado en el tema más allá de las condiciones presentadas, pero creo que resulta bastante interesante este aspecto kármico.
Luego está la trama en sí. Makoto es el chico en que el alma ha tenido que reencarnar. Un joven de catorce años que se atragantó con pastillas para dormir. El alma conoce, a modo de datos, todo sobre la vida del chico porque el niño de cabellos grises lo mantiene al tanto, pero en realidad tampoco sabe quién es. Tiene que incorporarse a una vida que es suya pero en la que no se siente involucrado, y se comienza a librar una batalla por tratar de mantenerse distanciado de las cosas (las cosas que afectaban a Makoto) al tiempo que ya no puede evitar que tengan una repercusión sobre él. A veces el personaje resulta algo desesperante pero, bueno, también es porque los adolescentes suelen ser desesperantes por sí mismo, y también porque él está viviendo una serie de circunstancias a las cuáles no sabe cómo responder.
Por otro lado es una película relativamente sencilla, donde fuera de todo esos detalles metafísicos nos centramos en seguir la vida de un adolescente con problemas al tiempo que tanto él como nosotros los vamos descubriendo. En este aspecto casi toda la película transcurre de un modo realista y a veces podría parecer que su intensidad disminuye cuando entramos en secuencias que nos podrían parecer, inicialmente, poco relevantes. Sucede que el mensaje final es claro: todas estas cosas (las dolorosas, las importantes, las molestas, las aparentemente irrelevantes) forman parte de nuestra vida. Del mismo modo en que la metáfora de los colores, aunque la película en sí misma no sea particularmente colorida.
Aunque no resulta espectacular debo decir que es una película grata, de la que uno sale sintiéndose casi que formó parte de ese proceso (debido, claro, a que como sabemos casi siempre lo mismo que el protagónico, es más fácil involucrarnos) y con una sensación agradable. Quizá lejos de ser una joya pero sin duda una película que resulta bastante agradable de ver.
Y estoy leyendo por ahí que aparentemente el director, Keiichi Hara, tiene algunas otras películas dignas de ver. Me plantearé el ponerme a buscarlas.
¿Película favorita sobre segundas oportunidades? (y ello es un tópico tan amplio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario