19/06/11
"Buddha mountain" la tenía entre las películas que me interesaría ver pero no de manera muy especial. También porque la sinopsis no sugería demasiado de lo que podría terminar siendo. Pero el buen Jose pudo verla antes y me advirtió que definitivamente valía más que la pena darle la oportunidad. Y hasta ahora sus recomendaciones no han fallado.
"Esa felicidad a veces me asusta. La vida es impredecible"
Es que de entrada suena engañoso que la película la clasifiquen como de romance cuando si bien es uno de los elementos de la trama, tampoco es que el prima particularmente. Luego ese término de 'encuentro entre generaciones' puede llevar desde historias interesantes hasta las típicas de adolescente conoce persona mayor y sus mundos cambian tan estereotípicas. Pero bueno, también seguro que en China los abismos generacionales son un poco más drásticos de los que solemos ver en películas occidentales.
Tres amigos llevan algún tiempo viviendo juntos desde que por diversas razones abandonaran sus hogares. Hasta entonces vivían en unas habitaciones que les prestaba el padre de uno de ellos pero que ahora necesita. Comienzan a buscar donde vivir y terminan por rentarle unas habitaciones a una mujer mayor, ex cantante de ópera con muy mal genio, y se mudan para su nuevo lugar.
Como uno puede prever del 'choque generacional', al principio habrán muchos encuentros entre los jóvenes y la mujer pero con el tiempo tendrán que aprender a vivir juntos.
De cualquier modo ese resumen no deja de ser superficial, lo que "Buddha mountain" pretende es sumergirle en fragmentos de vidas, en historias contadas a medias y en personas que se muestran siempre algo ocultos. Cada uno de los personajes lleva a cuestas marcas de su pasado que a veces salen a la superficie por momento, dando mensajes contradictorios o extraños. Y no es que sea necesario construir por completo a cada uno de los personajes, sino con los fragmentos que se nos dan construir una historia.
Todo ello, además, complementado con una gran elección de fotografía y una aún mejor elección de escenarios. Los sitios que los personajes recorren de manera casual, como si huyendo de sus espacios comunes estuvieran huyendo también de sí mismos, son maravillosos. No los típicos escenarios naturales expuestos de manera majestuosa que siempre atrapan fácilmente, sino una China rota, neblinosa, un poco triste pero donde la tristeza aún sirve para enmarcar vistas poderosas y sitios que invitan a ser reconstruidos. Las secuencias de los trenes en sus idas y vueltas habla más de los personajes que sus propios recuerdos: personas con una sensación constante de estarse yendo.
Dada la recomendación y que uno va entonces a la sala esperando una maravilla épica en primer momento, en algunos puntos sentí que la trama iba demasiado regular, pero es una trampa aparente. Mientras yo me convencía de que no estaba pasando nada, en realidad ese ritmo fluido y tranquilo me iba atrapando y de pronto ya no podía salirme de sus movimientos cinematográficos. Esas películas que además se quedan contigo por un buen tiempo y luego te descubres pensando de nuevo en ellas, descubriendo nuevas cosas y reflexionando sobre elementos a los que quizás no les diste tanta importancia en el momento pero ahora resultan muy evidentes.
Bella, simplemente.
Y encima el instinto de Jose dio resultado porque salió como la ganadora del festival de este año. Por una vez que voy a un festival y me toca ver la ganadora (que casi siempre la desestimo y la dejo de lado, jo).
La directora tiene otras tres películas que suenan también interesantes, quizá uno de estos días me dé por ponerme a buscar algo más.
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