08/08/11
Para la siguiente noche de películas, Juan escogió que viéramos "Symbol" (y yo no iba a negarme a una película japonesa, todos sabemos) sin siquiera saber de qué se trataba. Seguramente guiado por la participación de un luchador de lucha libre, y el montón de objetos fálicos.
"I don't need soy sauce!"
La película es, sencillamente, desconcertante. En la historia principal nos encontramos con Hitoshi Matsumoto (director y protagónico) en un cuarto enorme, vacío y completamente blanco. Plus, lleva la pijama más adorablemente ridícula que uno pueda vestir en dicha situación. Suponemos que no tiene idea de cómo llegó ahí puesto que no hay puertas ni ventanas. De pronto algunas figuras comienzan a sobresalir de las paredes (figuras fálicas, las mencionadas) y al tocarlas cosas inesperadas suceden. Básicamente. En otra línea temporal nos encontramos en un pueblo de México siguiendo la vida de un padre de familia que es luchador de lucha libre, su hijo pequeño lo ve como un héroe y su hija mayor es una monja que bien pudo haber inspirado a Lindsay Lohan en "Machete". Por momentos vemos otras escenas, como un hombre rodeado de perros en un patio, y suponemos que, bueno, algo debe pasar ahí. ¿Cierto?
Aunque dijera mucho más de la película probablemente no se entendería mucho mejor, además de que lo que tiene que entenderse más es mejor verlo e irlo descubriendo conforme pasa. Durante la mayor parte de la duración uno no tiene ni idea de lo que está pasando y es probable que aún después de la 'explicación' final siga sin entenderlo. Si a eso le sumamos que los diálogos son más bien mínimos (dado que la mayor parte del tiempo nos encontramos sólo con Matsumoto que al encontrarse solo no tiene demasiado que expresar en voz alta), ¿qué podríamos esperar de una trama así?
Pues que sea sencillamente brillante.
No es una película fácil, y más aún es una película increíblemente abierta (yo me monto una explicación metafísica hacia el final pero supongo que cada quien puede leerlo como quiera y aún así resultaría efectivo), y aunque pienso que todos los modos de describirla sólo podrían hacer pensar de una película extraña, inentendible y lejos de la comedia, la verdad es que yo disfruté la hora y media de sinsentido surreal y pop. Siempre he pensado que cualquier actor que pueda pararse solo delante de una cámara y actuar sin pronunciar más diálogos que los extremadamente necesarios y aún así cautivar al público ya tiene más que mérito. Por otro lado el género de la comedia suele ser una cosa de lo más compleja, puesto que las distancias culturales suelen hacerla insalvable. Cualquiera que haya visto alguna película (o los mil videos de series y programas de televisión) japonesa sabrá que es un riesgo que no siempre consigue lo que quiere. Por otro lado la propuesta de Matsumoto no sólo es original sino que también tiene una noción cómica bastante particular que si bien no busca arrancar risas a la menor provocación genera una sensación de ligereza y un toque agradable en el espectador.
Por rara que sea, y vaya que lo es, para mí la película consigue conformarse de manera sólida y resultó un descubrimiento de lo más agradable y sin duda me mantendrá en la pista del director (como actor igual me tomaré un poco más de tiempo en buscarlo en producciones ajenas, pero está dicho que me cuesta enfrentarme a la comedia de primeras).
De hecho desde hace ya un buen tiempo que tenía planeado ver la que fuese su primera película (sin saber que lo era), "Big man Japan", que también tuvo buenos comentarios aunque no tantos como "Symbol". De hecho creo que ya la debo tener por acá.
Además este mismo año estrena su nuevo proyecto, que por si fuera poco parece que involucra samurais. No puede fallar. Al menos conmigo.
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