13/02/12
A "Miss Tacuarembó" llegué gracias a /trincheras. Pero a la novela, escrita por el multifacético Dani Umpi en el momento en que lo estaba descubriendo. Yo lo que hubiera querido era leer el libro y no había demasiado que me llamara la atención de un musical uruguayo que lo adaptara y tuviera de protagonista a Natalia Oreiro. Pero si era lo único que tenía.
"Pero con la fe no alcanzaba, porque en Tacuarembó nunca pasaba nada"
Natalia creció en un pueblo de provincia que le quedaba demasiado pequeño a sus sueños. Pero ¿qué fue de esos sueños? Muchos años después de haber escapado hacia Argentina esa infancia en Tacuarembó todavía la perseguía, sus ganas de ser cantante, su obsesión con la religión, su inseparable amistad con Carlos, su conflictivo trasfondo familiar, pero sobre todo sus ganas de brillar por encima de todos. Entre su gris realidad y sus flashbacks al pasado tratará de negarse, reconstruirse, recuperarse.
Visto así de manera general yo hasta diría que podría resultar en una propuesta interesante, porque esa idea de crecer en la provincia permite algunos tonos de construcción de personaje que bien manejados podrían dar un buen aporte a la trama. Pero la sinopsis se queda en eso, en una mirada bastante general de una historia que se divide en dos momentos: una niñez-adolescencia frustrante y una realidad frustrante, todo pintado con brillantina en espera de que en algún momento la vida dé un giro inesperado.
Por los fragmentos que leí de la novela puedo suponer que lo que en la película se presenta como una serie de retazos de momentos que tratan de justificar situaciones muy concretas (la serie de relaciones entre escenas de distintos tiempos que se hilan por una circunstancia específica) era en realidad una reflexión mucho más compleja de todos los aspectos que componen una infancia, sobre todo en el caso de un personaje con una estructura de pensamiento tan particular como es el caso de Natalia. De modo que al buscar el modo de sencillamente limitarlo a acciones en muchas ocasiones nos parece que el salto entre un momento y otro no responde más que a las ganas de querer decir una idea concreta y luego corte y lo que sigue, de modo que el ritmo resulta más bien irregular entre una serie de secuencias que pueden resultar tan afortunadas como innecesarias o que en cualquier de ambos casos no se profundiza en ellas lo suficiente como para que elaboren una idea sólida. Muchos de los momentos de la infancia, además, parecen hechos sencillamente para resultar vistosos y que uno se identifique más con los detalles ochenteros antes que con los personajes en sí.
Las limitaciones de la historia la hacen bastante tópica y el propio personaje parece no tener una evolución real entre sus primeros años y la elipsis hasta su vida actual. Si bien algunas de sus obsesiones están bien llevadas y resultan bastante curiosas el conjunto no termina de resultar del todo convincente, también en parte porque Natalia Oreiro, por más que es encantadora y el papel le sienta bastante, no da la talla para una actuación mucho más compleja.
En muchos puntos incluso el problema es que la diferencia entre las escenas regulares y las intromisiones musicales es bastante notable, pareciendo muchas veces que se tuvo más cuidado con estos interludios que con el resto de la trama. Podría explicarse en parte porque el director, siendo ésta su opera prima, viene de desarrollarse como director de videoclips musicales (cosa que también explicaría que en general la película se note más cuidada en el aspecto visual que en cuestiones como guión o actuaciones), además de que la música corrió a cargo de Ale Sergi, a quienes muchos conocerán como vocalista del grupo Miranda. En su momento me pregunté por qué no se encargó del aspecto musical el propio Dani Umpi (ya no digamos de la propia adaptación de su novela), pero creo que con su tendencia experimental podría no haber cumplido con las expectativas comerciales de la película.
En general la película no se sostiene demasiado a menos que uno busque realmente entretenimiento fácil o sea muy amante de los musicales. Aunque debo de confesar que aunque yo estaba bastante aburrida hacia el final y me gustó más bien poco, hay un par de canciones que van a quedarse conmigo para siempre. En especial la de "Papá" interpretada por Oreiro con Mike Amigorena. Y es que ya ver a un JesuCristo muy poco superestrella cantando algo así es bastante digno de ver.
¿Película favorita sobre crecer en provincia?
no me tienta nada, la verdad.
ResponderEliminar