Desde este pasado miércoles tiene lugar en el DF el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, una oportunidad única de ver documentales y asomarnos a realidades que difícilmente llegarían por otros medios a las pantallas del país. Así que hay que aprovecharlos. Y ya saben que yo, si puedo irme por Asia, pues qué mejor. Empezamos con Camboya, que además será la primera película que tocamos de ese país.
"Sino podían llevarse bien, como marido y mujer, entonces las matábamos"
No es demasiado el contexto que se nos da de la situación pero es suficiente como para darnos una idea del panorama más general. Durante los años 70, durante la dictadura de Pol Pot, se inició una campaña para aumentar la población de Camboya con una meta increíblemente alta. Como parte de las acciones que se tomaron al respecto, cientos de miles de mujeres jóvenes fueron obligadas a casarse con soldados del régimen. Sochan Pen tenía 16 años. Tras huir, sobrevivir a una dictadura, volverse a casar, tener seis hijos, esperar 30 años, apenas puede comenzar a abrirse sobre lo que sucedió, lo que tuvo que vivir durante el corto tiempo pero brutal tiempo que vivió con ese primer marido. Es entonces cuando decide que hay que hacer algo, cualquier cosa, para tratar de hacer más tolerables a los fantasmas que lleva encima.
El recorrido de Sochan está destinado a ser breve, a ser cotidiano. El tribunal al que dirige su queja no es del todo confiable. La situación en Camboya no ha cambiado demasiado tras tantas décadas y muchas de las personas a las que señala viven en su misma comunidad, como si nada. Ella lo que quiere es entender, y alterna los preparativos de la boda de su hija con su particular investigación, acudiendo a aquellos que sabe estuvieron involucrados en los sucesos y preguntándoles (con una increíble tranquilidad y educación) por qué lo hicieron. Una parte de ella quiere justicia y quiere creer que alguien va a pagar pero quizá en el fondo sabe que las cosas no son tan fáciles, y quizá esa parte se contenta de algún modo con poder mirar a esas personas a la cara y hacerles las preguntas más inocentes y más terribles: ¿por qué lo hacían?
La historia de Sochan no es solo una representación de la realidad de cientos de mujeres de su país, sino un testimonio más entre tantas mujeres que han vivido y viven las acciones y consecuencias de la violencia de género en todo el mundo. Su caso, al no detenerse en los detalles crueles, al representar una vida cotidiana que sigue ajena al pasado, cobra fuerza al mostrar cómo incluso habiendo 'salido adelante' de un episodio tan atroz no puede sólo dejarlo atrás, queda marcada para siempre por algo que sucedió tantos años 30. Ni siquiera puede hablar con su familia de eso. Y también, a su limitado y sencillo modo, no se detiene a aceptar lo que sucedió, y atraviesa su propio proceso para encararlo a pesar de sus pocas opciones.
Tal vez por ser apenas un retrato breve (el documental no llega a la hora de duración), por conmocionarnos sin necesidad de demasiadas imágenes crueles o grandes victorias, es que la película termina por ser entrañable y esperanzadora. Adjetivos inusuales si pensamos en el oscuro periodo histórico que atravesó el país durante el régimen de Pol Pot.
Seguiremos hablando de algunas otras piezas de este festival en los próximos días.
¿Alguna otra película sobre Camboya que recuerden?
Desconocía esos hechos en Camboya. De hecho debo reconocer que sólo conozco a Pol Pot y su régimen del terror, que por lo visto dejó como angelitos a Hitler y Stalin.
ResponderEliminarAdemás no he visto nunca una peli camboyana (Creo).
Saludos.
Hay documentales que deberían entrar directamente al género de terror!
ResponderEliminarPor cierto, has visto ya 'The Act of Killing'?, a mi me falta tiempo, pero me muero de ganas de verla!
Ya la vi. PELICULÓN. Tienes que verla YA. La reseñé para otra página así que todavía no he hablado de ella aquí pero ya va siendo hora. Mientras te dejo el otro link: http://www.3gb.com.mx/2013/10/04/cine-32-el-acto-de-matar/
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