03/01/13
Es
cierto que yo no tuve un buen inicio con Ozu y en su momento me dije que me
tomaría una vida para darle una segunda oportunidad. Pues las vidas pasan
rápido, y me la pusieron demasiado fácil, en pantalla de cine y todo. Y yo no
puedo rechazar cine clásico japonés en pantalla grande.
“Isn't life disappointing?"
Y
aquí es donde debimos iniciar nuestra relación Ozu y yo.
Un
matrimonio mayor, los Hirayama, decide ir a visitar a sus hijos y nietos que
viven en Tokio. La emoción inicial por el viaje, el encuentro y la gran ciudad,
pronto van dejando especio a la realidad: sus hijos, ya mayores y condicionados
por sus propias familias, tienen poco tiempo para ellos y después de unos días
comienzan a verlos como un estorbo. Tratando de disimular este sentimiento se
van dando una serie de encuentros que dejará en evidencia las relaciones
familiares y las diferencias generacionales en un Japón que empezaba a renacer.
Yo
en principio diría que no soy de dramas, que el cine que es muy lento y muy
sutil no siempre se me da, y muchas cosas que de entrada me hacían dudar de mi
decisión de ver la película. Pues nada de eso, Ozu se toma poco tiempo para
encaminar la historia como un río que lentamente discurre tan sereno como
violento, tan suave como cruel. Esta disección familiar que pasa por la
aparente máscara de parsimonia japonesa es un estudio visual, cinematográfica y
socialmente impecable del ser humano y su relación con los que le rodean. Uno
va cambiando constantemente del punto de vista, regido mayormente por los
ancianos como eje central, capitel familiar supuestamente sólido, y se va
asomando a diferentes estilos de vida, personalidades, y disposición entre los
miembros de la familia. Las posibles historias que se insinúan apenas entre
personajes fugaces nos dan a imaginar un árbol de correspondencias calladas que
finalmente desembocan en la situación que nos concierne: qué hacer con los
padres una vez que la visita se ha prolongado demasiado.
Si
para mí una de las mejores cosas del cine japonés siempre ha podido
sintetizarse con aquel título de Kawabata de “Lo bello y lo triste” (a lo que
yo suelo añadir ‘lo cruel’, que es bastante oportuno), resulta indudable por
qué “Tokyo Monogatari” no es sólo un clásico indiscutible de la cinematografía
japonesa sino una de las pocas incursiones asiáticas que suele colarse en esas
listas de ‘las mejores películas del mundo mundial’ que tanto se nos da
elaborar en occidente. Independientemente de si deba ponerse a comparación con
otras tantas joyas que el cine japonés tiene por ofrecernos, resulta
irrebatible que Ozu labró su posición como gran maestro de su arte. Y no se
necesita más que esta película para reconocer este portentoso lugar.
Quedé
enamorada. Y sufrí y lloré y me enojé con la demás gente del cine que se reía
en momentos que no eran cómicos sino de un sufrimiento desgarrador pero
alegremente contenido.
Creo
que Ozu y yo retomaremos exitosamente esta relación.
Creo recordar que Yoji Yamada estaba realizando un remake de este clásico. No sé si necesario pero creo que de encomendárselo a alguien también me habría parecido que Yamada era de los pocos directores confiables para dicha tarea. Imdb me dice que este año que inicia estrenará una película llamada "Tokyo family" aunque no con suficientes datos como para establecer conexiones entre ambas. Habrá que esperar.
¿Películas
de Yasujiro Ozu que les gusten?
Pues no tengo ninguna peli favorita de Yasujiro Ozu, entre otras cosas porque no he visto nada de su filmografía (ni tampoco lo conocía :$)
ResponderEliminarCharly Hell: Me da que no sería particularmente de tu agrado, así que no hay prisa.
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