30/03/12
Pues todo parece indicar que les mentí y que las reseñas de películas samurais no acabará nunca. Nuuuunca.
"Él era como yo: espada desenvainada que no puede permanecer en su funda"
Un año después de "Yojimbo", Kurosawa y su público decidieron que todavía no tenían suficiente de ese magnífico ronin encarnado por Toshiro Mifune en el que se podría considerar su más emblemático papel. Y como ahora en hollywood también sacan secuelas de todo lo posible (y lo imposible), lo mismo sucedía en los años 60 en Japón. Sólo que dirigidas por Kurosawa. Pequeños detalles.
Después de haber puesto en contra a dos bandas rivales en un pequeño pueblo para salvar lo que podía salvarse de la situación, Sanjuro continua su camino errante por el país hasta llegar a otra pequeña aldea. Ahí, mientras descansa en un templo en las afueras, escucha sin querer el plan que un grupo de samurais tiene para enfrentar al superintendente corrupto de la zona. Quizá conmovido por su idealismo decide ayudarlos con su empresa y termina por formar parte de una red de intrigas y sucesos alrededor de todos estos personajes.
Si en la película anterior se nos mostraba la perspectiva de una zona rural azotada por la presencia de un gran número de ronins y el modo en que estos habían terminado por convertirse en criminales que aprovechaban sus pocas artes marciales para su propio beneficio, aquí la situación se revierte al evocar el poco honor que todavía quedaba en la figura del samurai y el modo en que aún estaban dispuestos a defenderlo aún cuando por momentos fuese más el idealismo que la técnica. También eso cambia la perspectiva sobre la figura de Sanjuro que si bien sigue manteniendo su habilidad para jugar a dos bandos, aquí se le cuestiona que tenga tan pocos principios samurai y que no parezca un digno representante del camino del guerrero. Sin duda esto nos regresa a una reflexión usual del director sobre lo que implicaba realmente ostentar el título de samurai y cómo situaciones como la condición jerárquica, la pertenencia a un círculo delimitado, la habilidad en el manejo de la espada, y la ideología y modo de vida personal; no eran necesariamente factores que coincidieran todo el tiempo o que tuviese siempre una consolidación exacta. Sanjuro sin duda es una excelente representación de ello, como lo era también el personaje de Mifune en "Los siete samurais", Kikuchiyo: esa idea de que el guerrero es algo más, y que no hay normas exactas para definirlo o delimitarlo.
Si bien la estructura narrativa es un poco menos innovadora e impresionante que la de "Yojimbo", me parece que la película es un poco obviada dentro de la filmografía del director por tratarse de una secuela (y porque se tiende siempre a mencionar a su predecesora y pasar por alto esta continuación). Un destino más que inmerecido ya que dentro de la idea general de 'segundas partes nunca fueron buenas' yo me atrevo a decir que fuera de ciertos méritos técnicos ya mencionados, es tan entretenida y excelente realizada como la primera. Que además aprovecha esa idea de secuencialidad que a mí me parece la más oportuna: no el forzar una trama a que se estire hasta lo imposible sino tomar lo que tiene valor y servirse de ello. En este caso el personaje de Sanjuro, donde ambas películas bien pueden verse como dos aventuras independientes que no necesariamente tengan que tener un orden entre ellas. Y si hubiesen hecho más seguro que la fórmula hubiera podido volver a funcionar.
Además que la película tiene el grandísimo valor técnico y eterno de haber sido la primera película japonesa en que la sangre explota. Sí, tantos chistes que se han hecho sobre el modo en que el cine hipergore japonés tiene la tendencia a creer que los cuerpos humanos son globos de sangre a presión esperando el momento para ser liberada, y venimos a rastrear sus orígenes desde Kurosawa. Kurosawa. Si eso no es ser un visionario, no sé qué lo sea.
Espero que sus vidas nunca vuelvan a ser las mismas después de este dato.
¿Película favorita que sea una segunda parte?