12/02/10
Hoy comenzó por estos lados el festival Ambulante de cine documental. Y yo amo los festivales, excepto cuando hay demasiada gente. Me propuse tratar de ver los más que pueda y hoy supuestamente me tocaban dos pero mi acompañante me dejó mal y sólo llegamos a la segunda función. "La cuerda floja" quería verlo desde el festival de Morelia pero no hubo oportunidad, así que lo desquitamos ahora.
"Fuera del circo nadie te va a aplaudir porque cocines rico o porque hagas muy bien tus quehaceres"
A veces pienso que los documentales tratan de buscar situaciones tan grandilocuentes que por momentos pierden la noción de que practicamente cualquier cosa puede prestarse a ser documentada. Nuria Ibañez, por otro lado, buscó un tema sí algo particular, pero también bastante cercano. Los circos. Y, sobre todo, el fenómeno de los circos tradicionales, que cada vez van siendo desplazados por las grandes superproducciones teatrales (que, también por otro lado, son muchas menos).
Primero debo confesar que yo no puedo ser suficientemente objetiva porque me encantan los circos. También porque en este caso se trata de un circo mexicano (que supongo que deben tener una tradición similar a otras partes del mundo pero no puedo saber qué tanta). Y tal vez porque cuando era niña mi sueño era ser trapecista, claro. Aunque este documental me viene a mostrar cuán lejos estamos ahora de los trapecistas de mi infancia.
El circo Aztlán sale apenas adelante por la intensa labor de una pequeña familia. Los padres, su hijo Mario, la hija Jacqueline y su esposo Carmelo. Entre los cinco se encargan de prácticamente todo, desde el montaje de la carpa, la limpieza, los números, el cuidado y entrenamiento de los animales y un largo etc. Aunque es claro que su intensa labor no siempre consigue los mejores resultados, ya que el circo parece estar pasando por días oscuros y apenas si consiguen presentarse ante unas seis personajes por noche en el mejor de los casos. Pero todos ellos, que han crecido ya en ese ambiente y que aman su arte, no pueden sencillamente rendirse ante los problemas. Esa, sin más, es su vida.
A diferencia de la mayoría de los documentales que he visto, donde uno está acostumbrado a que alguien o una voz en off nos diga qué es lo que debemos entender de las imágenes. En este caso la narración es completamente visual y nosotros podemos hacernos una idea de lo que la situación nos quiere transmitir de acuerdo con las escenas que vamos viendo. Desde pláticas a la hora de la comida, vistas rápidas a las condiciones en las que viven los personajes, y ciertos pensamientos que salen a colación en distintos momentos.
Esto es tanto una ventaja como una desventaja. Por un lado le da un ritmo mucho más ágil a la película y permite que uno se mantenga interesado todo el tiempo sin sentir que nos quieren vender un producto de entrada. Pero por otro lado se deja notar cierto seguimiento de un guión que a veces pone en entredicho la espontaneidad o la sinceridad de todos los acontecimientos, sobre todo los que se refieren al hilo argumental principal.
Este es, principalmente, que Carmelo no está completamente convencido de que permanecer en el circo sea lo mejor para él y su próxima familia (en este caso, para él y Jacqueline) (de hecho ahorita estoy dudando de si el nombre de la hija es Jacqueline, jo) y habla constantemente de irse y buscarse una vida "normal".
Es curioso que una recreación de esas condiciones de vida puedan ser tan bellas como deprimentes. Sin duda es una vida de carencia en muchísimos aspectos y con pocas miras a cambiar. También es un constante sacrificio a nivel del espectáculo, de modo que tienen que prácticamente engañar a los pocos espectadores con una suerte de fuegos artificiales para que no se noten los pocos recursos detrás de los disfraces. ¿Pero no es esa la idea del circo? Que por un momento nos creamos todo lo que estamos viendo, sin importar cuan extraño o extravagante pueda parecer. Y el punto principal es ese, que esta familia realmente cree en la trascendencia de lo que hacen y se dedican a ello con la convicción de que tienen que hacerlo.
Sin duda un documental interesante, y aún queda mucho qué ver en la cartelera de Ambulante. Y yo quisiera verlo todo pero probablemente no se podrá. Ya los mantendré al tanto.
Hoy comenzó por estos lados el festival Ambulante de cine documental. Y yo amo los festivales, excepto cuando hay demasiada gente. Me propuse tratar de ver los más que pueda y hoy supuestamente me tocaban dos pero mi acompañante me dejó mal y sólo llegamos a la segunda función. "La cuerda floja" quería verlo desde el festival de Morelia pero no hubo oportunidad, así que lo desquitamos ahora.
"Fuera del circo nadie te va a aplaudir porque cocines rico o porque hagas muy bien tus quehaceres"
A veces pienso que los documentales tratan de buscar situaciones tan grandilocuentes que por momentos pierden la noción de que practicamente cualquier cosa puede prestarse a ser documentada. Nuria Ibañez, por otro lado, buscó un tema sí algo particular, pero también bastante cercano. Los circos. Y, sobre todo, el fenómeno de los circos tradicionales, que cada vez van siendo desplazados por las grandes superproducciones teatrales (que, también por otro lado, son muchas menos).
Primero debo confesar que yo no puedo ser suficientemente objetiva porque me encantan los circos. También porque en este caso se trata de un circo mexicano (que supongo que deben tener una tradición similar a otras partes del mundo pero no puedo saber qué tanta). Y tal vez porque cuando era niña mi sueño era ser trapecista, claro. Aunque este documental me viene a mostrar cuán lejos estamos ahora de los trapecistas de mi infancia.
El circo Aztlán sale apenas adelante por la intensa labor de una pequeña familia. Los padres, su hijo Mario, la hija Jacqueline y su esposo Carmelo. Entre los cinco se encargan de prácticamente todo, desde el montaje de la carpa, la limpieza, los números, el cuidado y entrenamiento de los animales y un largo etc. Aunque es claro que su intensa labor no siempre consigue los mejores resultados, ya que el circo parece estar pasando por días oscuros y apenas si consiguen presentarse ante unas seis personajes por noche en el mejor de los casos. Pero todos ellos, que han crecido ya en ese ambiente y que aman su arte, no pueden sencillamente rendirse ante los problemas. Esa, sin más, es su vida.
A diferencia de la mayoría de los documentales que he visto, donde uno está acostumbrado a que alguien o una voz en off nos diga qué es lo que debemos entender de las imágenes. En este caso la narración es completamente visual y nosotros podemos hacernos una idea de lo que la situación nos quiere transmitir de acuerdo con las escenas que vamos viendo. Desde pláticas a la hora de la comida, vistas rápidas a las condiciones en las que viven los personajes, y ciertos pensamientos que salen a colación en distintos momentos.
Esto es tanto una ventaja como una desventaja. Por un lado le da un ritmo mucho más ágil a la película y permite que uno se mantenga interesado todo el tiempo sin sentir que nos quieren vender un producto de entrada. Pero por otro lado se deja notar cierto seguimiento de un guión que a veces pone en entredicho la espontaneidad o la sinceridad de todos los acontecimientos, sobre todo los que se refieren al hilo argumental principal.
Este es, principalmente, que Carmelo no está completamente convencido de que permanecer en el circo sea lo mejor para él y su próxima familia (en este caso, para él y Jacqueline) (de hecho ahorita estoy dudando de si el nombre de la hija es Jacqueline, jo) y habla constantemente de irse y buscarse una vida "normal".
Es curioso que una recreación de esas condiciones de vida puedan ser tan bellas como deprimentes. Sin duda es una vida de carencia en muchísimos aspectos y con pocas miras a cambiar. También es un constante sacrificio a nivel del espectáculo, de modo que tienen que prácticamente engañar a los pocos espectadores con una suerte de fuegos artificiales para que no se noten los pocos recursos detrás de los disfraces. ¿Pero no es esa la idea del circo? Que por un momento nos creamos todo lo que estamos viendo, sin importar cuan extraño o extravagante pueda parecer. Y el punto principal es ese, que esta familia realmente cree en la trascendencia de lo que hacen y se dedican a ello con la convicción de que tienen que hacerlo.
Sin duda un documental interesante, y aún queda mucho qué ver en la cartelera de Ambulante. Y yo quisiera verlo todo pero probablemente no se podrá. Ya los mantendré al tanto.
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