24/10/11
Y bueno, hablando de películas muy particulares, continuábamos con lo último del desaparecido Kim Ki Duk. Y si alguien esperaba encontrarse con sus paisajes estáticos y sus tramas más que sugerentes, tendría que saber que la sinopsis se resumía en algo como: documental autobiográfico enteramente realizado por el propio director. A lo cual yo le añadiría el término 'paranoide' al inicio, no de modo peyorativo sino para que uno vaya avisado.
"Tal como lo veo no vives como en tus películas. No eres tan duro y persistente como los personajes que creas"
Ya he dicho antes que no soy particularmente fan de Kim Ki Duk y/o sus películas. Hay algunas que sí que me han gustado mucho, otras que me han parecido aceptables, y otras en que no puedo entender a la gente que las encuentra fantásticas. Subjetivo, como todo. Y encima no es que él como figura me interesara mucho más pero, bueno, no deja de ser una propuesta tan extravagante que era necesario darle una oportunidad.
Algunos quizás sabrán, o habrán notado, o caerán justo ahora en la cuenta, de que el director llevaba unos años sin sacar nada, desde el 2008 tras la presentación de "Dream". Lo cual era un poco raro si tomamos en cuenta que antes de eso presentaba al menos una película al año, algo no particularmente usual en el panorama surcoreano parece ser. Y si entonces uno se pregunta qué es lo que ha estado haciendo, la película comienza con una crudeza tajante: tenemos al director, con algunos kilos de más y desaliñado al extremo, viviendo en una cabaña-cuarto perdida de la mano de dios, en unas condiciones apenas humanamente aceptables. Y vemos durante los primeros minutos secuencias de lo más cotidianas en que se prepara su comida, en que va al baño a la intemperie, o en que filma a un gato. La pregunta se la hace él y nos la hacemos nosotros: ¿qué ha pasado con Kim Ki Duk? Y la respuesta nos tomará poco más de una hora y media tratar de comprenderla.
Paranoide porque, bueno, tenemos a Kim Ki Duk hablándose a sí mismo de manera teatral, fragmentaria, incompleta, serena, caótica, autocomplaciente, decadente y todo lo demás que se puedan imaginar. De contarnos algún otro proyecto que hubiera tenido en mente pasamos al trauma de su última grabación y luego pasamos llanamente a secuencias de él hablándose a sí mismo o hablando con su sombra, en muchas ocasiones de autoreflexiones a las que no podemos siempre seguirles el ritmo. Y eso, básicamente, porque no se puede ordenar mucho más todo lo que tiene lugar frente a la cámara.
Supongo que hay muchos modos de ver todo eso. Por una parte yo sí que creo que uno tiene que admirar de algún modo al personaje para que tenga un poco más de sentido el seguimiento. Porque yo puedo argumentar que en muchos momentos pensaba que me daba un poco lo mismo lo que pasara en su vida pero al mismo tiempo es cierto que si se hubiese tratado de otro director más de mi agrado en las mismas condiciones pues no hubiera tenido reparo alguno en verlo cien minutos metido en una tienda de campaña y sin bañarse. Es claro que a estas alturas Kim Ki Duk, aún en todo su autocompadecimiento, sabe que hay personas que quieren verlo a como dé lugar y es exactamente lo que hace. Y porque está donde está es que se puede dar ese lujo porque por más 'experimental' que se quiera ver el filme, también es cierto que se requiere un contexto histórico personal para poder justificar lo que se muestra.
Por otra parte, no lo sé, a mí hay cosas que me suenan un poco a trampa. Del mismo modo en que el director nos cuenta varios sucesos exactos de sus circunstancias, o se sumerge en reflexiones más filosóficas, también hay algún punto en que casi a modo de berrinche confiesa que él quiere volver a donde estaba, quiere hacer una película y quiere ser aplaudido por todos y quiere viajar y ser reconocido. Y supongo que está bien, que es normal querer volver a las viejas glorias, pero de algún modo eso implica que esa denuncia también es parte del espíritu de ese autodocumental. 'Quiero hacer una película, cualquier película, entonces agarro mi cámara y me grabo a mí mismo'. Y va y gana el premio a mejor película de la sección "Un certain regard" de Cannes. Él mismo enunció que "Había estado dormido, pero Cannes me ha despertado". Me parece que es un poco como decir 'voy a hacer cualquier película rara porque igual les va a gustar' y que de algún modo resulte cierto. No lo sé, a mí no deja de sonarme poco que esa autocomplacencia es también una trampa para los críticos, pero ahí es fácil argumentar que, dado mi posición respecto a Kim Ki Duk, puede que esté sobreinterpretando.
Lo que es un hecho es que fue la película en la que más vi gente desertando de la sala conforme transcurría el tiempo, así que uno tiene que pensarlo dos veces antes de decidirse a verla. O quizás sólo estar avisado.
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