25/10/12
Ya extrañaban la pornografía soft-core japonesa retro, ¿verdad? No teman porque todavía nos queda un rato para hablar de ella. Y para que no crean que del único que puedo hablar es de Wakamatsu, vamos con otro estilo bastante diferente en "Slave widow".
"There is an evil spirit under her skin"
Aunque estrictamente se trata de un pinku eiga, Watanabe comenzaba a vislumbrar algunos de los temas que en la década siguiente se volverían clásicos con el Roman Porno. En este caso en concreto se trata del eterno tema de la mujer desamparada cuya debilidad es aprovechada depravadamente por algún hombre a su alrededor. La diferencia radicaría esencialmente en el modo en que el director consigue retratar la situación particular de su protagonista.
Mitsuko Fuji es una mujer cuya vida podría parecer ideal, al menos hasta que su amado marido fallece y ella se encuentra no sólo como una joven viuda, sino que descubre que las empresas de su esposo no iban precisamente bien y que ahora está en bancarrota. Aún más, cargada de las deudas que había contraído el difunto en sus últimos tiempos. Sin saber qué hacer acepta la ayuda del señor Kito, quien trabajara con su esposo, aunque no pasa demasiado tiempo en revelarse las verdaderas intenciones del mismo quien orilla a Mitsuko hasta convertirla en su esclava sexual como único medio para que pague sus deudas. La dinámica amorosa se complica todavía más cuando el hijo del señor Kito, Kazuhiko, comienza a desarrollar también sentimientos por Mitsuko aun cuando se supone está comprometido para casarse con la hija de un socio de su padre.
La trama puede sonar algo tópica si ha visto películas de los 70, pero lo cierto es que el modo en que es desarrollada no lo es. Mientras que el Roman Porno se dedicó a hacer de estas mujeres vejadas una suerte de heroínas sexploitation que terminan disfrutando de su condición en una trama un poco caricaturesca, Watanabe opta por una recreación casi de drama cotidiano para representar la figura de Mitsuko. Si bien las secuencias sexuales cumplen con su función de aparecer cada cierto tiempo y siguiendo ciertas convenciones, la película nunca termina de caer en el jugueteo amoroso mientras que el destino de Mitsuko se mantiene más trágico que sensual. Contando además con una serie de secuencias intermedias que buscan ahondar en los personajes y su conflicto de una manera casi que inusual para el pinku eiga, como es la relación que se establece entre Mitsuko y su criada, Maya.
Por otra parte, si bien es una pieza disfrutable, tampoco termina por destacar demasiado en el panorama de la época precisamente por no apostar demasiado por ninguno de sus aspectos: no lleva la violencia sexual hacia ningún límite ni tampoco se esmera más en el retrato realista de la protagonista. Probablemente su mayor encanto es el aprovechar ciertas convenciones cinematográficas de la época para luego romperlas de manera sutil. Aunque para afirmarlo más categóricamente me faltaría ver más piezas del director, cosa que esperemos suceda en algún momento.
Como dato curioso, Naomi Tani, quien unos años después se convertiría en la reina del bondage japonés, tuvo un pequeño papel fugaz en esta película. Aunque pasa bastante desapercibida (probablemente porque no está desnuda colgando de un millón de nudos).
¿Películas sobre dificultades de las viudez?
ResponderEliminarhahaha quien podria estar harto de pornografía soft-core japonesa retro ¡nadie!
Que tengas un buen finde chica