18.5.10



18/05/10
Si me hubieras preguntado por terror Noruego, creo que mi única referencia hubiera sido "Dead snow". Pero, oh, parece que Noruega tiene más que ofrecernos. Y desde los 50. De todo esto nos enteramos en el curso de cine de terror, cuando hablábamos de países que aprovechan sus tradiciones más íntimas para crear una buena historia de terror. En este caso con "El lago de los muertos" (aunque creo que en inglés le dejaron algo como "El lago de los condenados", oh).



"You get the feeling that there are violent currents deep down. Tempting undertows that could pull you ahead of your conscience. Tempt you to take one blissful jump into the horrible"

El inicio es un poco cándido y a mí fue, si acaso, lo único que me pareció un poco fuera de lugar. Aunque creo que juega el mismo papel que esos viejos tópicos literarios que introducían a un texto para darle un aire de cierta veracidad. Un aire muy artificial de cierta veracidad. El caso es que de entrada vemos a una pareja sentada en una cómoda sala, mientras el marido le lee las primeras líneas de su próxima novela. Ambos discuten que nadie creería que esos eventos realmente sucedieron, por más que él se empeñara en querer convencerlos de que así fue. Y a través de este intento por dejar en claro que él se encontraba lúcido en todo momento, se da inicio a la verdadera trama.

Siempre tenemos esa sensación de que ya todo ha sucedido y que tan sólo se nos está explicando, paso por paso, lo que pasó. Vemos entonces a un grupo de amigos, entre los que se encuentran el escritor y su esposa, que van en un tren con destino a una cabaña a la mitad de la nada donde vive el hermano de una de las mujeres, Liljan. Para esto habría que decir también que el escritor se llama Bernhard y su esposa Sonja. Y que de los amigos que los acompañan también se encuentra otro escritor, un crítico literario y un psicólogo. Todos con pleno conocimiento de las normas narrativas y que jugarán con la predisposición a una estructura de ficción durante toda la trama, lo que además le da un toque bastante particular.
Liljan está preocupada porque su hermano, Bjørn, que además es su gemelo, dejó de escribirle desde hace varias semanas, y teme que le haya sucedido algo o que la visita resulte en un momento no del todo apropiado. Todos tratan de tranquilizarla pero al llegar a la cabaña después de todo el arduo recorrido se encuentran con que, efectivamente, Bjørn ha desaparecido. Sin querer tomar los hechos de manera dramática se disponen a pasar todos unos días ahí mientras tratan de averiguar qué es lo que sucede, y también enterándose de la leyenda que recae sobre esa casa. Donde se dice que dos hermanos vivían ahí hasta que la hermana quiso casarse y el hermano loco de celos la mató a ella y a su prometido para después suicidarse, dejando a su espíritu errante por los parajes alrededor del lago cercano. Un lago, además, que parece producir un siniestro atractivo para Liljan, como si por las noches la llamara entre sueños, invitándola a dormir en él.

La trama tiene un dejo a historia de terror europea antigua, en las que no se dependía de que algo te saltara de golpe para asustarte, ni siquiera que apareciera verdaderamente un fantasma o un monstruo para darle la garantía de terror. Historias que se fundamentan en leyendas antiguas pero también en reflexiones sobre ciertos caracteres humanos, en este caso sobre la estrecha relación psíquica entre los gemelos, y el valor de los sueños en el inconsciente de las personas. Un terror que bordea sutilmente la línea entre lo fantástico y lo científico, consiguiendo historias que emulan una fuerte cercanía al mismo tiempo que se mantienen una atmósfera enrarecida. Y así, "El lago de los muertos" consigue entregarnos un relato tan fantástico como real, de una manera sencilla pero muy bien llevada. Que, además, queda perfecta remitida a sus parajes abandonados y frondosos, a una fotografía que, sin exagerar, retrata perfectamente el sitio y a los personajes.

Viendo que en la actualidad parece que las historias de terror se esfuerzan por presentar tramas complicadas y cada vez más fantásticas, al punto que uno ya no se lo cree, se agradece encontrarse con una película que mantenga aún ese tono de clásico, de sutileza siniestra e incómoda, que pueda entregarnos una buena historia sin la intención de agarrarnos descaradamente por sorpresa.



Y es que después de "Dead snow" yo habría pensado que no volvería a darle una oportunidad a Noruega, pero tal parece que se ha recuperado con ventajas de la situación.


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