9.1.10



26/12/09
Satoshi Kon nada más necesitó hacer "Perfect blue", una de mis animaciones japonesas consentidas y en general una de mis películas favoritas, para que lo amara incondicionalmente. Aunque, claro, sabía que algún día tendría que ver alguna más de sus películas, aunque sabiendo que sólo tiene cuatro tampoco es que tuviera demasiada prisa. Y hace algunos meses Bake se obsesionó con el trailer de "Paprika" (y, bueno, salía una sirena, para mí era más que suficiente) y me pidió que la consiguiera. Igual se largó antes de que lo hiciera y terminé por verla con Ian, jo.



"Don't you think dreams and the Internet are similar? They are both areas where the repressed conscious mind vents"

Si hay algo completamente definitivo respecto a esta película es que el espectáculo visual que presenta casi sin interrupción es sencillamente fantástico. En el trailer, en una de esas usuales citas de críticos y etc, dice algo como que la animación japonesa demuestra una vez más que en occidente estamos aún en pañales. Y es claro, nada más por el deleite visual que presenta esta película es una delicia en todos los sentidos. Además que el anzuelo es muy claro, el asuntillo de la delgada línea entre sueño-realidad es algo que hemos visto hasta el cansancio y aún siempre consigue atraparnos si se le pone un mínimo de originalidad.
Además que está visto que la delgada línea realidad-norealidad también se le da bien a Satoshi Kon, y "Perfect blue", aunque sea una trama radicalmente distinta, es una clara prueba de ello.

Paprika es todo, es la representación última de nuestros sueños, nuestros deseos, nuestra represión y nuestra libertad. O al menos para eso fue concebida, algo indirectamente. Al principio nos creemos que Paprika es una especie de asesora del sueño, que asiste de manera medio ilegal, cual prostituta onírica, a un detective que tiene sueños recurrentes que no puede entender.
Pero el asunto va más lejos, en un centro de estudios psicológicos (o psiquiátricos, no recuerdo) han desarrollado un hermoso aparato electrónico que monitorea los sueños, pero aún más, permite que uno pueda entrometerse directamente en ellos. A través de Paprika, quien parece salirse un poco de control. Cual si fuera una violación a la matrix (o un castigo divino-mitológico por tener ambiciones más allá de la condición mortal), la realidad comienza a verse perturbada por el aparatejo y ya nada es realmente claro. Las personas que se relacionan con el aparato comienzan a presenciar cómo su mundo se vuelve una reproducción virtual del mismo, como los sueños se vuelven siniestros y cómo la cordura se convierte en algo completamente variable. Con un cierto toque de "Serial experiments Lain" y tantas otras películas sobre realidades virtuales, "Paprika" convierte la delgada línea en un espectáculo circense grotesco pero fantástico que no podrá sino atraparnos completamente. El sencillo refrán de "aquí estamos todos locos" del conejo de Alicia no podría encontrar mejor sitio.

Ahora viene el gran pero, jo, y es que las cosas suenan tan bien que no podían ser ciertas. Y la verdad es que por momentos la película peca de ser más un despliego visual que una narración consistente. La trama al principio luce demasiado enrevesada y luego quizá termina por ser demasiado sencilla, por buscar una salida muy fácil y una excusa para seguir poniendo más escenas elaboradamente visuales. Además que la conclusión final para explicar a Paprika le resta un poco del misticismo que te conquistaba de ella al principio.
De modo que, señor Kon, me encantan sus películas pero ya no sé si podrá superar a su "Perfect blue".
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