7.5.10



07/05/10
Stanley Kubrick es otro director del que no he visto tanto como me gustaría, y eso que su filmografía es un poco más corta que la de Hitchcock. Y aunque creo que mi padre la tiene casi toda, oh.
En fin, en mi clase de historia del cine, mientras hablábamos de cine negro, el profesor la sacó a relucir diciendo que en su opinión podían quemar todas las otras películas de Kubrick, que ésta era la buena.



"You have not yet learned that in this life you have to be like everyone else: the perfect mediocrity, no better, no worse. Individuality's a monster and it must be strangled in it's cradle to make our friends feel confident"

"The killing" se inscribe perfectamente dentro del género del cine negro norteamericano. Aunque el protagonista no es el usual gángster ni hay mafia de por medio, pero sí un hombre que se ha dedicado a los robos y fraudes durante mucho tiempo y tras haber salido de la cárcel está planeando su último robo para retirarse. Para esto, claro, debe aliarse con una serie de sujetos que facilitarán su último objetivo: hacerse con todo el dinero que se recaude en un hipódromo durante la carrera estelar. Aunque estos individuos que lo ayudarán no son precisamente parte de su mismo círculo, sino personajes que por sus condiciones inmediatas pueden ayudar en mayor o menor medida en tareas muy específicas que permitirán que los acontecimientos continuen su curso.

Uno podría pensar que la trama no es particularmente original, no lo era entonces con tantas películas de ladrones, ni lo es ahora que nos encanta ver robos con planes elaboradísimos. Pero, sí, hay que regresar al punto a que es dirigida por Stanley Kubrick, lo que nos garantiza al menos un cuidado obsesivo con cada uno de los detalles. La estética del film noir está aprovechada al máximo dándonos unas imágenes bellas e imponentes, los personajes están perfectamente bien delineados de manera que podemos interesarnos incluso por aquellos que son de lo más fugaces. Y la historia está perfectamente bien trazada y bien llevada. Lo cierto es que como público nos encantan los robos, nos encanta la maestría de cometer un acto ilegal orquestado perfectamente y nos encantan los motivos que orillan a los personajes a participar de estos. Personajes cotidianos, personajes codiciosos, mujeres fatales, personajes simples, personajes elegantes. Cumpliendo papeles sencillos que van hilando una reacción en cadena exacta. Y nos divertimos y nos interesamos por cómo sucede todo esto.

La últimas escenas, además, son un deselance maravilloso. Tanto como giro argumental (que quizá no es tan inesperado porque el cine negro nos acostumbra un poco a esos ritmos dramáticos) como en la concepción de las escenas. La última creo que muchos la recordaran de una especie de memoria primitiva: esas imágenes que tenemos claramente en el recuerdo de haberlas visto alguna vez aunque ya no recordemos nada más al respecto.
Al menos yo, que no recordaba en absoluto haber visto la película, sí la recordaba de manera independiente. Aunque la colección de películas de Kubrick de mi padre podría tener algo que ver al respecto.



Yo creo que un día de estos me siento en un mini maratón Kubrick para descubrir y redescubrir las excelentes películas de este director.
¿Favorita?




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