17.5.10



17/05/10
No sé por qué pero de las películas de Fellini siempre miro con un poco más de recelo las que lucen más femeninas. O supongo que el equivalente sería decir, las que protagoniza Giulietta Masina. Y no sé por qué si las pocas que he visto me han encantado también. O será que siempre extraño a Marcello.
"La strada" era de las que más recomendada tenía y que siempre la dejaba pasar y pasar. Hasta que en el curso de historia del cine nos la pusieron como representante del neorrealismo italiano y ni para negarse.



"What a funny face! Are you a woman, really? Or an artichoke?"

De todos los estragos que sufría la sociedad italiana en la época, debo decir que elegir precisamente a los artistas ambulantes me parece una elección magnífica y de lo más atinada.
Gelsomina, un nombre que parece representar exactamente a la mujer que lo ostenta, vive a la orilla del mar con su pobre familia. Un día pasa por la casa Zampanò, quien había comprado anteriormente a la hermana mayor, para anunciarles que ha muerto y que comprará a la siguiente hermana. Aunque Gelsomina se niega en un inicio, lo cierto es que la madre prefiere tener el poco dinero que le den y una boca menos que alimentar. Y así es como comienza a recorrer los pueblos de Italia a bordo de la pequeña y vieja carabana de Zampanò. Ella es extraña, parece tener la esencia de un clown pero la incapacidad de entender su situación al inicio. Zampanò es un tirano tierno, un mujeriego que se aprovecha de todo lo que esté a su paso, y que se apega a su arte casi sin pasión pero con dignidad, y a lo largo de su infortunado camino se encuentran con toda clase de aventuras y desventuras.

En realidad, al igual que muchas películas de Fellini, la trama no es un recorrido exacto con una finalidad concreta. El viaje que presenciamos representa en realidad la transformación íntima de Gelsomina, la aceptación de su papel y la búsqueda de su razón. Ya sea a través de las circunstancias, de Zampanò, o de alguna fuerza metafísica superior. La reinvención de sí misma es el único consuelo que le queda, la única posibilidad real que tiene en una situación desolada como la que atraviesa ella y casi todo el país.

Todo esto enmarcado por un contexto bastante particular, es decir, la vida ambulante de las gentes de circo. Aunque uno podría decirse que están básicamente hundidos en las mismas condiciones que todos los demás, lo cierto es que su modo de vida no deja de ser particular. Y eso le da un toque que permite ver los momentos más dramáticos aún con cierto toque de humor, con un dejo de risa bordeando la tristeza, porque la misma Gelsomina se inserta perfectamente en este mundo, como si ella fuese más clown que mujer, casi por elección propia.

No hay que decir que Giulietta Masina es una increíble actriz, y resulta difícil verla como Gelsomina y saber que alguna vez la vimos interpretar a una mujer normal, sin ese atisbo de locura infantil, sin esos gestos de mimo atrapado. Y Anthony Quinn, su contraparte, es magnífico como Zampanò, luciendo verdaderamente gigante en su papel. Y, si a todo esto le sumamos que Fellini es sencillamente genial para retratar de modo sutil y agresivo las condiciones de una Italia sin su esplendor, lo cierto es que la película se consagra como otra más de las joyas en la filmografía del director. Fantástica.

Y es que amo la esencia circense en una película. Y en todo. No puedo negarlo.



¿Película favorita sobre el circo?








1 comentario:

  1. nunca olvidaré la escena en que Gelsomina dice: Il mato está male Zampanó! Il mato está male!

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