10.9.13

Y continuamos con más de América Latina, "Agarrando pueblo" (también conocida como "Los vampiros de la miseria") la conseguí al mismo tiempo que "Yawar mallku", para tener esas visiones no tan conocidas de lo que sucede allá en el sur.



"Quedamos como unos vampiros, como unos hijoeputa vampiros"
Hablamos mucho de los falsos documentales para géneros como el terror, de vez en cuando para la comedia, pero creo que no nos había tocado hablar de un proyecto donde la estrategia sirviera con otras finalidades mucho más sociales, para el juego de realidades al que cine debiera invitarnos muchas más veces. 
Un pequeño grupo de grabación recorre las calles atrapando escenas de la más cruda realidad: niños abandonados, limosneros, personajes desequilibrados mentalmente. Su finalidad es conseguir un testimonio de la pobreza, de la dura realidad latinoamericana, para poder venderlo al extranjero, siempre ávidos consumidores de esa miseria lejana. Hay una necesidad casi violenta de buscar lo peor, de rascar las calles para conseguir siempre la imagen más escandalosa: ¿hay una madre mendigando junto con su hija? Mejor que sólo se vea la niña sola. ¿Hay niños de la calle jugando alrededor de una fuente? Mejor que lo hagan sin ropa. Si la realidad no es lo suficientemente violenta entonces habrá que volverla más violenta, fabricar imágenes cada vez más morbosas, crueles. Aunque eso nos aleje eso, justamente, nos aleje de la realidad. 

Poco se habla de la otra perspectiva de la porno-miseria, de lo que va más allá de la necesidad de comunicar y de manifestarse en contra de una situación que en muchos países latinoamericanos es verdaderamente violenta. Colombia, sobre todo, sabe de eso. Pero también sabe de lo que una imagen sobreexplotada puede conseguir, del morbo que genera el exotismo de la miseria y el modo en que se ha sido aprovechado en muchas ocasiones hasta ganarle una inmerecida imagen internacional. 'Los vampiros de la pobreza' es una maravillosa metáfora para hablar de aquellos que lucran con las imágenes dolorosas y ya no buscan en ellas más que esa ganancia. Conforme va avanzando el metraje percibimos el cambio que hay en el equipo de filmación, que pasa de lo estrictamente testimonial hasta dejarse consumir por ese deseo de hiper-realidad que no ha dejado de marcar al cine latinoamericano hasta nuestros días. Y si tomamos en cuenta que estamos hablando de una producción de 1977, no deja de ser una perspectiva un poco triste. 

Y todo esto en menos de media hora, la verdad es que es un cortometraje/mediometraje que no tiene desperdicio y que puede verse por entero en youtube




¿Última película colombiana que hayan visto?

2 comentarios:

  1. Ufff, no se yo, parece un tema un poco duro, no? No se si me animaré a verla.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En realidad no, quizá se me pasó comentar que pese a manejar un tema difícil, lo hacen de tal modo que puedan evidenciarse los modos sin necesidad de ser directos, que es justo lo que critican. Creo que manejan muy bien el mensaje y el tono.

      Eliminar