2.12.09



02/12/09
Hace algunas semanas estábamos Miriam y yo hablando sobre Buñuel, aunque en realidad teníamos muy poco que comparar porque ninguna ha visto demasiadas películas de él. Por lo cuál decidimos intercambiar las únicas que teníamos. Ella me dio "El ángel exterminador" y yo le di "Ensayo de un crimen".
Nery siempre dijo que "El ángel exterminador" era su película favorita de Buñuel. Así que había por dónde empezar.



"Lo que desde niño he odiado más: la grosería, la violencia, la suciedad, son ahora nuestras compañeras inseparables. Es preferible la muerte a esta abyecta promiscuidad"

Será porque es de la etapa de la que he visto más películas, pero siento una predilección por las producciones mexicanas de Buñuel. Aún cuando él se haya quejado de que imaginaba precisamente a "El ángel exterminador" en París o Londres y que poco se pudo hacer por representar un lujo inexistente para él en México. Yo no sé si hubiera quedado mejor un grupo de franceses durante una cena burguesa, pero siento que parte de ese toque de burguesía casi ingenua de la época mexicana le sienta de lo mejor a la película.

La idea es tan sencilla que es aterradora, uno no es conciente de ella hasta que se encuentra atrapado, sutilmente, sin darse cuenta, sin que las cosas tengan demasiado sentido en el momento. Un grupo de elegantes personajes celebran una fastuosa y también un poco burda cena, después conviven en los elegantes salones del lugar mientras todos los criados se van de la casa. La noche va cayendo y todos terminan por dormirse en los sillones o en el suelo del salón. La primera impresión es extraña: personas ricamente ataviadas que sin embargo prefieren recostarse en el suelo del lugar antes que abandonarlo. Desayunar apenas los restos de la cena anterior antes que salir. Los arcos que delimitan el salón lucen imponentes, extraños, puertas siempre abiertas pero que son atravesadas en una sola dirección. Los personajes tardarán todavía tiempo en darse cuenta de que están atrapados. Que no hay nada que los retenga pero que, sencillamente, no pueden salir.

Buñuel decía: "Quizá la explicación de 'El ángel exterminador' sea que, racionalmente, no hay ninguna". Con un principio casi surreal el director nos sumerge en un ambiente ominoso y claustrofóbico. La ambientación, el lujo, las personalidades mínimas se van degradando ante una representación lúdica del terror. Tratan de explicarse las circunstancias a través de todas las explicaciones posibles e imposibles. Pero da lo mismo, nada se nos quiere ser rebelado. El cuadro costumbrista se representa en toda su extrañeza pero sin denunciar nada, sin explicar nada.

Debo decir que esta fuerza extraña es la que hace de esta película una joya incalculable dentro de la filmografía de Buñuel, que de por sí no tiene demasiado que pedir. El desarrollo de los hechos, los personajes acartonados y el modo en que se desdibujan, los elementos fantásticos, extraños, absurdos; son inmejorables. Guiados únicamente por el sin sentido nos encontramos tan atrapados, tan extrañados, como los propios náufragos. Una especie de rito secreto se desarrolla frente a nosotros sin que podamos entenderlo.

A mí sencillamente me encantó. De hecho ese día pensaba verme alguna otra película de Buñuel a modo de pequeño maratón pero sentí que la emoción que me produjo ésta necesitaba ser saboreada de manera individual. Una verdadera delicia. De algún modo no pude evitar pensar en "Casa tomada" de Cortázar, porque hay algo en el horror de los sitios que las propias casas no nos dejan visitar.


Está, además, considerada entre esas películas que uno no debe perderse. Así que ya saben, si quieren ir tachando (como yo) su lista de películas para ver antes de morir.










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