8.1.12
















08/01/12
Aunque me he propuesto ver más de cine tailandés no lo he cumplido particularmente bien, pero aprovechando que era la única película de dicha nacionalidad que se presentó en el Sitges pasado, no podía perderme "Eternity".



"Aunque no vuelva a renacer en esta tierra, espero reconocer nuestro amor inalterado"

Como podría esperarse, la promoción de la película aprovechó para colgarse de la figura de Apichatpong Weerasethakul quien debe ser actualmente de las poquísimas personalidades del cine tailandés reconocidas y cuya última película fue además presentada el anterior festival. Tanto en la sinopsis como en la presentación de nos hizo énfasis en que había sido discípulo del renombrado director y que nos encontrábamos ante otra película de sutiles fantasmas tailandeses. Y como si la ópera prima de Kongsakul necesitara más presentación tuvimos que estar alerta de todo lo que íbamos a ver. Lo que es no confiar en el cine de Tailandia.

En un quito paisaje rural tres historias se mezclan como si formaran parte de un mismo tiempo, de modo que incluso por momentos podemos no estar del todo seguros qué es lo que está sucediendo y qué es una imagen que se repite como eco de un pasado remoto. En una un hombre recorre a motocicleta los campos sin encontrarse con nadie, en busca de algo que perdió hace mucho tiempo. En otra vemos un episodio de la historia de amor entre dos jóvenes, donde él la lleva a conocer los sitios de su infancia y para alejarse un rato de las enormes ciudades. En la última vemos a esta misma mujer, muchos años después de dicha historia de amor y conocemos el curso que tomó después su vida. De algún modo todas las historias son la misma y todas están sucediendo al mismo tiempo. Siendo una película lenta y con un seguimiento de acción bastante sencillo, su fuerza reside en la idea de la permanencia, de la pervivencia del pasado en el presente, y sobre todo la reencarnación no como un proceso metafísico sino como la eternidad (nunca mejor aplicable a un título) que forma parte de los momentos esenciales de una vida. 
En este punto pensé yo en distintas perspectivas religiosas sobre la reencarnación y me parece además que todas pueden encontrar espacio dentro de la historia sin necesariamente tener que establecerse como el punto de vista único. Pensé por una parte en la idea budista de las múltiples reencarnaciones en vida y el modo en que dicha creencia incita a vivir siempre en tiempo presente, y también recordé "The ghost of Yotsuya" de Nakagawa donde enunciaba que el lazo más fuerte que se establece sobre la tierra es entre las personas que se aman. La película puede decir todo esto (o más) y no, puede también quedarse como la estatua atemporal de una historia de amor sencilla pero que va a ser siempre una historia de amor. Como dice la cita, donde se va a reconocer siempre 'un amor inalterado'.

Al principio puede que la película resulte un poco confusa, precisamente por ser lenta y por tener poca necesidad de explicar lo que va sucediendo. De entrada las primeras secuencias no tienen diálogo alguno y cuando suceden los cambios pueden resultar un poco abruptos de modo que uno tarda en volver a retomar el ritmo. Y aunque esto puede perdurar durante gran parte del metraje creo que no importa en absoluto al momento de disfrutar de la película, de sus imágenes y del sentido más inmediato de sus escenas. Sin duda podrá resultar el tipo de películas de las que uno sale sintiendo que no se ha enterado del todo pero a las que volverá con los días, con las reflexiones, para sentir que hay algo que sí ha entendido y que hay mucho todavía que mirar en una historia que de entrada puede parecer la más sencilla del mundo (y lo es y no).

En retrospectiva la comparación con Weerasethakul me parece innecesaria, ya que si bien comparten un par de elementos (desarrollarse en la zona rural del país, el ritmo lento y en este caso en concreto la mínima presencia 'paranormal'), creo que sólo sirve para que el espectador espere algo de una película con una propuesta particular y con una visión propia. Que si bien es claro que bebe de la tradición nacional donde la figura del mencionado director es bastante fuerte, tiene una fuerza propia y podría ser perfectamente vista sin necesidad de relacionarla. Porque he leído comentarios de "No llega a ser tan arriesgada como las obras de Weerasethakul" que suena como algo exclamado como un fan de dicho director, y también puedo ver personas que no sientan simpatía por el mismo evitando la película sólo por la innecesaria relación entre ambos. Pero supongo que también es cuestión de gustos y es posible que no muchos vayan a disfrutar de esa 'simplicidad compleja'. A mí particularmente me encantó pero también es cierto que los paisajes tailandeses suelen atraparme por ellos mismos.



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