17.1.09



25/02/08
Tal parece que a todos mis amigos les ha dado por ser piscis y comenzar a cumplir años por estas fechas. Lo cuál me hace pensar en muchas cosas, como eso de a qué horas se le llama a alguien para felicitarlo por su cumpleaños. Porque yo odio que me llamen el día anterior a las 12 porque aún no siento que sea mi cumpleaños. Pero que tampoco es el punto.
Es curioso que dos de las personas más cercanas a mí cumplan con un sólo día de diferencia. Claro, una amiga mía argumentaría que es más raro que todos los chicos con los que ha salido hayan cumplido el mismo día, que casualmente también fue ayer. Pero nadie dijo que la vida fuera justa. Ni lógica.



"Yo también quiero cambiar este puto mundo"

La película nos la prestó (corrijo, me la prestó, lo que claramente indica que soy de más confianza) (yeah) otro primo. Todo queda en familia, claro. Yo entonces, por razones del destino me encontraba descansando todo el día en cama y sin poder hablar. Lo cuál, en mi caso, era una verdadera tortura, porque eso de escribir tus mensajes vitales en una libretita puede ser gracioso pero no práctico. En fin, en cierta medida gracias a esa situación vi una gran cantidad de películas y leí unos cuantos libros que llevaba atrasados. Las películas me las dieron arbitrariamente: de lo más comercial a títulos que no me sonaban de nada. Entonces cuando Andrés vino voluntariamente a hacerme compañía en mi cautiverio, lo menos que podía hacer era dejarlo escoger. Él ya había escuchado de la película y su identificación por cualquier personaje del ámbito teatral/circense/artístico en general guió por completo su decisión. Yo no tenía nada que objetar, claro está.
Por una parte, me gustan los documental, los que están bien hechos, claro, y este tiene un arte que trasciende al mero hecho informativo de ir entrevistando y recreando situaciones pasadas. Por otra parte, aunque no siento la misma identificación antes mencionada con los histriónicos personajes, me gustan las tramas que refieren directamente a cualquier manifestación del arte. Todo ello parecía augurar una buena combinación. Y lo fue.
La propuesta de un mundo que se transforma por medio del arte no es ni mucho menos exclusiva, la hemos visto infinidad de veces en todos lados y puede que en cierta medida algunos pensemos igual. Claro, que el paso importante aquí va de lo teórico a lo práctico, que no digo que sea algo excepcionalmente original, pero sin duda está excelentemente estructurado y más aún representado.
No podía evitar adentrarme en ese mundo de calles españolas donde los jóvenes se transformaban en sus propuestas, rompiendo por momentos la línea que separaba a sus personajes (concebidos ya como tales) del mundo real, el espectador fuera de las salas teatrales. El liberar a estas representaciones teatrales de su cautiverio en salones y lugares concretos y poner en duda la convención de que el espectador está consciente de que lo que sucede no es real, puesto que ahora se encuentra en su propio mundo y a veces ni siquiera está consciente de la ambivalencia del sujeto.

¿Quién no quiere (también) cambiar este puto mundo?


Pues tú, obviamente que sí.
Feliz cumpleaños.








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