5.11.09



05/11/09
Yo soy fácilmente influenciable, de manera que no se requirió más que "Little Otik" para considerar a Svankmajer como uno de mis nuevos directores consentidos de quienes siempre estoy a la caza. Y sobre todo después de que mi hermano me dijera que tenía una versión del clásico "Alicia en el país de las maravillas". Entre todas sus versiones de grandes clásicos literarios, claro.



"Alice thought to herself 'Now you will see a film made for children. Perhaps' But, I nearly forgot, you must close your eyes otherwise you won't see anything"

Si tuviera qué quejarme de algo sería de que mi versión venía doblada, y si de por sí me fastidian las películas dobladas estoy segura de que la rareza del idioma checo hubiera contribuido favorablemente a la atmósfera enrarecida de por sí del filme.
Sin duda que Alicia es un libro que se presta para esas maravillosas tonalidades en que los cuentos infantiles terminan por ser algo siniestros e inquietantes. Conozco incluso a personas que la versión de Disney (bastante pastelosa) les causó cierto temor cuando eran más pequeños, siendo una película con tonos un poco más oscuros y personajes más extravagantes de lo usual.

Pues Svankmajer lleva todas estas sensaciones a un nuevo e increíble nivel. Alicia se encuentra tranquilamente leyendo en su habitación hasta que su conejo disecado cobra vida, toma sus cositas, y escapa hacia el País de las Maravillas. Estoy segura de que la taxidermia animada es la clase de cosas que uno no esperaría ver en una película con cierta connotación infantil, pero no será lo único inquietante que encontraremos. Siendo la niña que representa a Alicia la única actriz, el resto de los personajes se consiguen a través de stop-motion de objetos disecados, caseros, transformados. Todo un mundo de criaturas extrañas vueltas a la vida de formas insospechadas se mueven entre los cuartos sucios de una gran casa abandonada que no es precisamente la imagen colorida que uno esperaría de el País de las Maravillas.
Siguiendo con una línea muy básica, donde los diálogos, que Alicia nos refiere casi como narradora, reducen al mínimo la acción; presenciamos la frenética carrera de Alicia detrás del conejo blanco relleno de aserrín. Entre habitaciones abandonadas, derruidas, escenarios lúgubres para una fiesta de muñecas siniestras y elementos que fuera de su contexto no pueden ser si no inquietantes. Y es que en sí, la idea de la propia Alicia, una pequeña niña rubia, siguiendo a un animal disecado a través de una casa abandonada, provoca ya cierto temor. La sensación de que no hay sentido en esa persecución (no es el mundo idílico que todo mundo sueña al atravesar el espejo).

Con unos personajes increíblemente bien logrados, unas secuencias de lo más extrañas y manteniendo la película a un nivel narrativo muy sencillo, consigue sin duda atrapar la sensación exacta de la curiosidad infantil, el deseo por la fantasía pero también el temor por la misma. Por los monstruos que pueden crearse a la luz de la imaginación.



Yo no puedo esperar a ver los cortos que hizo adaptando obras de Poe. Este director no puede sino seducirme aún más.


















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