18.1.11


18/01/11
No soy especialmente fanática de Kim Ki-Duk, de modo que aunque sé que de vez en cuando tengo que revisar algo pendiente en su filmografía, siempre me enfrento a ello con cierto recelo. Lo mismo tiene películas que me han parecido increíblemente buenas, como otras que aunque les leí excelentes críticas al final me terminaron aburriendo. Eso es lo que tienen las secuencias largas, no enganchan a cualquiera.
Cuando conseguí "Dream" estaba recién salida del horno pero no fue hasta hace unos meses cuando agarré coraje para verla.



"A dream is a memory. Through a dream you can see not only the memory of birth but of many past generations as well. A dream is also a person's fear of the future"
No sé por qué, pero la portada, donde en realidad sólo vemos los rostros de los dos protagonistas, me sonaba a trama samurai o algo así y yo estaba medio convencida de que iba a ser una película de época. No tengo muchos argumentos para ello pero así lo pensaba. Así que, primera escena, hombre conduciendo un coche, definitivamente no era un samurai. Lo que sí es que presenta una trama bastante curiosa: el hombre choca ese coche pero entonces despierta, al despertar sale a la calle y recorre las mismas calles que en su sueño y encuentra con que alguien chocó exactamente en el mismo punto, sigue a la policía en sus investigaciones y encuentra a la chica que cometió el accidente de sus sueños. Una sonámbula.

Si algo tiene Kim Ki-Duk son ideas fantásticas para sus películas. Tiene un modo de alterar la realidad con ideas que ya son por sí mismas poesía. Pronto los dos protagonistas descubren que todo lo que Jin, el hombre, sueña lo realiza como sonámbula Ran, la mujer. Sin saber por qué se encuentran unidos por un curioso lazo onírico que no los dejará en paz mientras no puedan controlarlo, y que llevará a que sus vidas se unan inevitablemente a pesar de haberse encontrado tan abruptamente.
Además de esta curiosa condición sus vidas tienen otros paralelos. Jin fue dejado hace poco por su pareja y aún no puede superar dicha ruptura, mientras que Ran abandonó hace poco a su novio quien aún trata de recuperarla. Al ir conviviendo casi obligatoriamente sus vidas comenzarán a tener puntos en común que inevitablemente tendrán repercusión en los sueños de Jin, y, por tanto, en las acciones involutarias de Ran. Aunque eso no resulte siempre en las circunstancias más agradables.

Como siempre, el aspecto visual de la película es fantásticamente cuidado. Jin, por ejemplo, es un artista plástico y todo a su alrededor lo dice. Todo en su casa es una pequeña obra de arte por sí misma, desde los sellos que hace en su estudio hasta las manijas de las puertas, lo juro. Tanto la fotografía como los ambientes como, llegado a un punto, las expresiones casi kabuki de los personajes, están perfectamente presentadas de acuerdo a la trama. Que, aunque formalmente no tiene de onírico más que la trama (las secuencias relativas a los sueños pueden enmarcarse de forma separada) sí que tiene un toque fantasioso desde los tonos hasta los movimientos que hacen que resulte más que reflejo de lo que está sucediendo.

Plus, un detalle de lo más curioso y que ni siquiera estoy del todo segura cuál era su función específica, es que Jin hable durante toda la película en japonés (siendo que el actor es japonés, seguro por eso le veía cara de samurai) mientras que los demás hablan en coreano y todos se entienden como si nada. ¿Qué más onírico quieren?

Sin embargo todo esta bella presentación tiene un gran pero. Al menos para mí. Y es que, una vez más, la película es demasiado larga. Después de cierto dinamismo para presentar la trama y llevar a los personajes hacia el punto central del problema (que por eso aquello de 'cierto', porque está claro que al director le gusta contar las cosas con calma, pero al menos entonces entendías por dónde iba el ritmo), el tiempo parece que se estacan y se alarga indefinidamente. Entre que sabes cuál es el problema y hasta su solución parece que recorres secuencias infinitas, escenas que no entiendes del todo su función más allá de la estética, momentos detenidos que si bien te parecen bonitos de entrada piensas que les podrían haber recortado la mitad del tiempo sin que nadie se sintiera afectado. Y todo ello, además, para terminar con un final mucho más débil en comparación con la gran idea que planteaba la película.
Y no lo culpo del todo porque fuera de ironizar con el 'todo fue un sueño', no se me ocurre de qué otro modo podría haber terminado el asunto.

Si uno es fanático de Kim Ki-Duk yo me imagino que la podrá disfrutar sin problemas, y quizá ni tanto porque veo que tiene una puntuación algo más baja que sus otras películas. De cualquier modo es una película para ver con el humor exacto y con conocimiento de causa, sino a riesgo de terminar agrupando al cine oriental como 'todas esas poéticas películas lentas que no parecen llevar a nada'. Oh.




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