11.2.09



13/03/08
Al conocimiento de nadie escapará que hay días en que todo parece salir mal. Y más que parecer, es que verdaderamente hay alguna especie de complot divino que consigue arruinarnos el día de los modos más sutiles e insospechados. Hay que reconocerlo, al menos hay algo de ironía cruel que debe ser correctamente bien apreciada para no dejarnos caer del todo.

Había escrito ya la reseña de esta película, ocupando todos los caracteres que el amable fotolog me permite utilizar y ¿pueden adivinarlo? se borró sin más porque algún ente superior y mozilla me odian y no pueden permitir que sea feliz al menos criticando al cine de terror tailandés.
Pero aquí estoy, en versión reloaded para contarles brevemente (o no) porqué no me gustó esta película, titulada como "Los que no se pueden ver".



"¿Sabes qué es peor que perder a la persona amada? Perder la fe en el amor"

Podría contarles todo el contexto, cómo y por qué llegué hasta esa sala de cine con Bake e Ian, como casi llegamos tarde y por qué no lo hicimos. Pero a estas alturas consideraré que no importa y me limitaré a los hechos.
La película la verdad que no comienza demasiado bien, yo lo adjudiqué a que por sí mismo el idioma tailandés no suena del todo misterioso como para la ocasión, a que la historia comienza abruptamente y de manera no demasiado creíble, a que las actuaciones son casi teatrales lo que hace que en algunos puntos luzcan más bien sobreactuadas y a que por momentos parece remitirnos más a una estética occidental del terror que a la que estamos acostumbrados a ver en películas orientales.
Para lo cual haré una pausa y me preguntaré (y les preguntaré) en voz alta (o como quiera entenderse tomando en cuenta que lo estoy escribiendo): ¿A quién se le ocurrió hacer remake de "Llamada perdida"? Probablemente la película menos rescatable de Takashi Miike, atiborrada con elementos que no vienen en la película y que lucen fuera de contexto (o lo que se puede apreciar gracias al informativo trailer) y además con todos los actores latinos que encontraron. No soporté ver a Ana Claudia Talancón, debo confesarlo.
Regresando a la película que nos interesa en este momento, también hay que aceptar que tiene sus puntos buenos, aunque la mayoría de ellos se arruinan de un modo u otro a partir de la mitad de la película. Por ejemplo, sobre todo al inicio, tiene una composición en las escenas increíblemente estética. Así que aunque se incluyan elementos inquietantes, que no consiguen del todo hacer terrorífico el momento, la verdad que se aprecia bastante bien. Sobre todo durante un tiempo las escenas no retratan los rostros de los personajes fuera de las tres inicialmente principales y esto también luce considerablemente bien. Por otra parte, retoman este efecto de las películas orientales de terror en los cuales algunos elementos que se presentan en la imagen no tienen que ser necesariamente percibidos: personajes que aparecen de fondo, ruidos que el personaje no escucha o no presta atención. Todo esto consigue una sensación de intranquilidad sutil bastante buena. Por desgracia se abusa de este efecto y llegado un punto uno está más pendiente de lo que sale detrás de la protagonista que de ella misma (que además, es enfocada a la manera occidental de recalcar innecesariamente lo bonita que es).
Retoma historias folklóricas orientales, algunas quizá hasta exclusivamente tailandesas porque no me sonaban de nada, pero también abarca típicas leyendas urbanas de esas que encontramos en todos lados y al final termina siendo una compilación exagerada de clichés de terror que no llegan a ninguna parte.
Para rematar, el elemento de explicación final que observamos en algunas películas como "Saw" donde al final se mira todo claramente en retrospectiva y es explicado sorpresivamente punto por punto, también es exagerado. Esta epifanía dura alrededor de veinte minutos y se sucede de un modo vertiginoso, ridículo y exagerado. Vamos, que se llegan a explicar cosas que uno ni se había preguntado y que lo mismo habría resultado mejor no explicarlas.
Por no mencionar que la historia no se sostiene demasiado en sí misma, de hecho toda la situación resulta inverosímil en exceso (sí, yo sé que la verosimilitud no es un requerimiento del cine, y que al final se explica vagamente porqué, pero no te quita durante hora y tanto la sensación de que todo es algo ridículo), y de los pocos sustos que te consigue arrancar la mayoría se sustentan en el horrible efecto de que algo salte inesperadamente (aunque también hay que admitir que un par de ellos se sustentan en la estética de la que anteriormente hablé de modo que resultan muy buenos).

Seguro que la reseña suena mucho más drástica de lo que en realidad fue. Finalmente no es tan mala, pero enfatizando el 'tan'. Es decir, la clase de películas que no te arrepientes del todo de haber visto pero que no volverías a ver ni las recomendarías.
Ah, sí, también rescato los escenarios, aunque Ian insiste en que parecía más una granja algodonera de Nueva Orleans que Tailandia. También insiste en la anacronía del soundtrack y la estética del estilo norteamericana propia de los años siguientes a la segunda guerra mundial, pero en esos tecnicismos no estoy especializada.

Ajam. Creo que, tal como dijo Bake al inicio (donde él insistía en que el cine tailandés no lo había decepcionado) (claro que él sólo mencionó una película más y yo no estoy segura de haber visto alguna), yo tendré que seguir buscando una película que reivindique para mí al cine (de terror, al menos) de esta nacionalidad.

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