7.7.10



07/07/10
Durante las clases de cine psicotrónico hablamos del pinku eiga en Japón, por ahí de los 60. Básicamente se explica que ante los problemas de las principales casas productoras japonesas para sacar películas rentables, optaron por producir algo barato que era mucho más probable que se vendiera: pornografía. De tal modo se dio rienda suelta a las ideas retorcidas de cuanto director se cruzaba por el camino y aceptara cobrar barato. Oh, y que aceptara poner una escena de sexo cada diez minutos en su trama.



"They are just two empty bodies filled with hatred. You destroyed their love"

Yo temía un poco que "Esposa en pos del sacrificio" resultara una película demasiado hardcore para mí. Hubiera preferido que escogieran otra, como "El mirón en el ático" (que, además, me parece que está basada en textos de Edogawa Rampo). Por suerte, aunque la película obviamente tenía que ser hardcore no lo fue demasiado. O al menos para mí. La mayoría de las cosas que habrían resultado desagradables están más sugeridas en un intento por revelar la psicología oscura de los personajes, y de resto las escenas sexuales eran casi un requerimiento e incluso tenían un cuidado estético para que los fetiches no resultaran tan terriblemente desagradables (aunque no siempre lo lograban exitosamente).

Akiko no ha visto a su esposo desde hace tres años, cuando él desapareció sin dejar rastro tras ser acusado de abusar sexualmente de una de sus jóvenes alumnas. Probablemente esperaba no saber de él nunca más pero tras encontrar a una niña perdida en la ciudad, los detectives que investigan el secuestro de la misma sospechan que podría ser un mensaje del esposo que puso a la pequeña víctima en el camino de Akiko. Y no irían tras una falsa pista, ya que poco tiempo tardará la mujer en encontrarse con su antigua pareja y, aún más, quedar a merced de él y su extravagante apetito sexual.
A partir de ahí, mientras Akiko y Kunisada (su esposo) se encuentran encerrados en una cabaña abandonada en mitad del bosque, todo el juego de fantasías y fetiches que se desarrollará, de manera cruel, tratará de revelar la psicología detrás del inquisidor y, aún más, detrás de la supuesta víctima. Donde los actos, claro está, hablaran mucho más que la imagen que dichos personajes habían presentado anteriormente.

Lo más curioso en la presentación de la historia es, sin duda, las contradicciones de la censura de la época. Mientras que el cine oriental anterior, sin influencia de la cinematografía occidental, presentaba desnudos y en general una sexualidad bastante natural y deshinibida, a partir de esta época la noción de dicha sexualidad ante los ojos del otro definiría el rumbo de sus manifestaciones gráficas. En este caso generó reglas muy concretas, como que no podía mostrarse bello púbico en una película. O el acto sexual directamente. Pero mientras uno pusiera un sencillo obstáculo, más simbólico que nada, entonces estaba bien: una mujer completamente depilada, o una vela en primer plano mientras la pareja tiene relaciones detrás. Convenientemente acomodados para evadir la censura, resultan bastante curiosos mirados ya de manera general, y supongo que aún más si no se tiene del todo idea de por qué están ahí.

La película es más anecdótica que nada, y diría que incluso el mayor mérito que tiene es el desarrollo de la psicología de Akiko que pasa por ser una prototípica y púdica mujer japonesa a ser mucho más compleja y oscura. También tiene elaboradísimas escenas de bondage que está visto que debe ser de los fetiches favoritos de los japoneses.

Con todo, como representante de este periodo cinematográfico resulta interesante pero sigo creyendo que debe haber otras películas con historias mucho más extrañas y con toques retorcidos mucho más atractivos. Supongo que seguiré con mi intención de buscar a ese mirón en el ático.




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