12.2.09



04/04/08
La primera vez que leí "El apando", de José Revueltas, fue de una manera algo ingenua. Poco sabía entonces del autor de la obra y del contexto político en que fue escrita y en la que se desarrolló el autor. Cuando la película inicia nos lo advierte: José Revueltas padeció la cárcel (con esas palabras, como si la cárcel fuese una enfermedad o algo así) en varias ocasiones, y en concreto esta obra fue escrita mientras él se encontraba encerrado en Lecumberri al ser acusado de autor intelectual de los sucesos del 68.

Queda un poco en duda si en realidad el autor hubiese querido que se relacionara tan directamente su estancia en la cárcel con lo que sucede en esta otra cárcel anónima, entre Polonio, Albino y el Carajo. Aunque no está de más pensar que bueno, ya que uno está en la cárcel puede escribir al respecto, lo cierto es que probablemente las condiciones en las que se encontró el autor dentro de ella fueron muy diferentes a las que marcarían la vida de estos tres personajes.



"Debería irme y dejarte aquí. Parece que no termino de parir"

Las películas referentes a cárceles tienen algo que me agrada. Hace poco volví a ver "Carandiru", que es una película que me encanta de sobre manera y que me hizo interesarme más por el cine brasileño (aún más que la tan conocida "Ciudad de Dios" que me gusta un poco menos). Esa sensación de claustrofobia en que los escenarios están siempre cerrados y que uno sabe que al igual que los presos no puede ir más allá, tiene su encanto.
En este caso va un poco más allá: la cárcel dentro de la cárcel, esto es, el Apando. Y como bien señalara el profesor (ah, porque la película la vimos en clase, qué informativo), la cabeza de Polonio asomándose un poco pero a la vez simulando a la cabeza decapitada de Juan Bautista.
Ciertamente suelo ser un poco más crítica con las películas que se basan en libros que he disfrutado, pero con todo me parece que la película consigue retratar bien la mayoría de las cosas que se nos manifiestan en la narración, si bien nunca del mismo modo. Con todo el toque teatral que tienen las actuaciones, algo como la lentitud de la acción y sobre todo la magnífica (por no decir patética-cómica) interpretación del Carajo la hizo una película bastante interesante y entretenida de ver. Además de que, como buena película de la cárcel, tener esa condición de reflejar los aspectos más íntimos (y por ello muchas veces bajos) de los seres humanos. Cuando ya se tiene poco que perder, supongo, recuerdo ahora a Ezequiel, de "Carandiru" (perfectamente encarnado por Lázaro Ramos, quien también me encantó en "Cobrador"), aceptando confesar un crimen que no cometió. O aún más, al interno mayor negándose a contar su crimen ante la premisa irónica: ¿No se ha dado cuenta, doctor? Aquí todos somos inocentes.

Recomendable sin duda para quienes gusten de películas mexicanas antiguas.
No sé porqué pienso en el puesto de artesanías de luchadores que visité con /funkypunkygirl.

Espero el fin de semana tener más tiempo para ver películas, que tengo un par atrasadas.
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