23.5.09



23/05/09
Una de esas noches en que el insomnio hace que uno termino viendo cualquier película que pasen por la televisión a esas horas, mi madre insistió en que viéramos "A good year" (que no sé si le hayan dejado el título literal en la traducción, porque la agarramos a los pocos minutos y jamás volvieron a decir el título). Porque el insomnio nos llegó por pares y porque a mi madre, inexplicablemente, le gusta mucho Russell Crowe.
Yo quería negarme porque me parecía de esas típicas películas de hombres superficiales, insoportables y capitalistas que por una cosa u otra le dan una oportunidad a una nueva experiencia y descubren cuanto puede cambiar su vida. La gran moralina. Pero mamá insistía y, bueno, Marion Cotillard era un gran incentivo.



"You know what Proust said. Leave pretty women to men without imagination"

No estaba muy lejos de la verdad, en realidad. Sí es la típica película romántica light de cómo podemos aún cambiar nuestra vida por más deprimente y económicamente redituable que sea. Aunque Max Skinner la tenía fácil, porque abandonaba el frío Londres (que hasta tenía una pantalla grisácea en las tomas para hacerlo ver más deprimente) donde ganaba mucho dinero como banquero o corredor de bolsa o algo así, por un paradisiaco pueblo francés donde ganaría dinero con sus viñedos. La verdad que la decisión era fácil por donde se viera.
Me parece un poco extraño ver a Russell Crowe en un papel así, quizá porque lo asocio directamente con películas más serias. Y aquí era una especie de versión inglesa de Keanu Reeves en "Sweet november". Sólo que sin tanto drama, él lleva las de ganar desde el principio.
Bueno, se sabe, él hereda o algo así la casa y los viñedos de un tío y planea vender la propiedad que ha sido el único sitio donde fue feliz (típico) (además, ¿quién se cree que el adorable Freddie Highmore crezca y se vuelva Crowe?) por mucho dinero. Por una mala pasada de la vida tiene que quedarse ahí unos días arreglando la casa mientras se concreta la compra y, claro, comienza a descubrir las bellezas del lugar, la presencia de Cotillard que es increíblemente bella, y todo lo que extrañaba a su tío. Con pequeños detalles en contra como la aparición de una hija ilegítima y el veredicto de que su vino no sirve para nada. Detalles, nada más.

Como mencioné es una película ligera, donde todo pasa de manera superficial. Con enredos pero nada grave, con momentos cómicos pero nada demasiado gracioso y con un romance en el que no nos importa profundizar porque sabemos que los protagonistas deben terminar juntos. ¡Nos lo dice la portada del dvd! Es más que previsible, no importa que se hayan visto sólo tres veces en la vida y que Cotillard se crea que es una mujer difícil.

En fin, que uno puede pasar el rato, sin mucho más. A mí particularmente no me gusta esa vertiente de películas románticas sin complicación ni nada muy particular que aportarles, pero por darle el gusto a mi madre tampoco me peso demasiado.
Lo que sí me sorprendió es que la dirigiera Ridley Scott y de ello no me enteré si no hasta que terminó la película (que me quedé viendo los créditos porque a mí me parecía que el difunto tío tenía un parecido con William Shatner). Ese hombre sí que es multifacético. Por decirlo de algún modo.

Y, bueno, creo que a nadie le importa apreciar lo que parece ser una vida utópica en un pueblito francés. Que luce de lo más hermoso.




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