15.5.09



15/05/09
Con eso de que esta semana apenas comenzaban a abrir de nuevo los cines, había que ver lo que se pudiera. Y como aún no estrenan "Wolverine" y parece que jamás lo harán, estaba en condiciones de conformarme con cualquier cosa. Entonces Ian dijo: terror, Alaska, Ron Pearlman. Y yo no quise saber más y acepté.



"Somos profanadores de tumbas. Porque ¿qué es el petróleo si no un montón de cadáveres ancestrales?"

Quizá debí advertir las señales desde el principio. Como que el cine estuviera cerrado, que yo no fuera capaz de recordar el título de la película por ser algo demasiado vago (el usual título de película que termina con 'infierno', algo como 'la última entrada al infierno') o que no hubiera ni una sola alma en la sala. O.
No sé porqué la mayoría de las películas no aprovechan las cantidades inconmensurables de nieve. Las condiciones climáticas extremas pueden ser muy siniestras si se manejan bien. Como aquel capítulo de los "X files" en que unos gusanos diabólicos atacaban una base en la Antártida metiéndose en los oídos de las personas y volviéndolos locos. O como en "30 días de oscuridad". Se puede hacer mucho con un montón de nieve.
Aquí se trata de una compañía que lleva a cabo un proyecto en medio de Alaska en que buscan encontrar las condiciones apropiadas para extraer petróleo. Y tienen mientras dentro de un pequeño bunker a todo el equipo que consta básicamente de: el líder mala onda (que es Pearlman, oh), el chico que no debería estar ahí, el ambientalista extremo, el geek asistente del ambientalista, la madura guapa que se va con el guapo en turno (que es el ambientalista, faltaba más), el mecánico borracho, la cocinera nativa norteamericana y el otro nativo norteamericano que ahora que lo pienso no sé muy bien qué hacía ahí.
La idea es que hay algo siniestro en el ambiente, que se intuye a partir de cierto enrarecimiento en las tomas y en las percepciones de los personajes. Comenzando por el chico que no debería estar ahí que se malviaja constantemente con las cosas con las que se topa en la nieve. Y continuando con el ambientalista loco que apuesta por un apocalipsis provocado por el calentamiento global. Y continuamos así durante dos horas.

El inicio deja una sensación interesante de que algo se acerca. El hecho de que estén todos atrapados, con el clima en contra y con sensaciones terribles de que puede haber algo afuera. Hay algunos juegos de cámara que consiguen mantenerlo a uno al pendiente de lo que sucede y durante una buena parte del tiempo sientes que algo va a desatarse. El problema sucede cuando pasa la primera hora y además de escuchar más pláticas sobre el medio ambiente y sobre cómo estamos arruinando nuestro mundo (que llegan a ser tan paranoicas que ni siquiera podemos estar seguros de que sea un mensaje serio o que pretende que nos demos cuenta de la psicosis a la que hemos llegado hasta con el posible cuidado de nuestro ecosistema); la trama no avanza. Y quizá alguien muera y quizá alguien comience a creer que mira algo en la oscuridad. Pero a grandes rasgos la primera hora y media es solo un largo 'mírenlos, están atrapados en Alaska y comienzan a volverse locos'. Muy mal conseguido.

Hay películas que se han centrado en eso y que les ha funcionado. Tenemos ejemplos como "Sunshine" en que el punto, al menos gran parte del principio, es que los tipos en la nave espacial comienzan a volverse locos porque a nadie le gusta estar toda la vida en una nave. Y uno puede seguir con eso, el problema se debe a que esta película emociona al público con algo paranormal que tarda mil años en dibujarse. Y una vez que lo hace es de lo más vergonzoso.
Necesito decirlo porque espero que nadie pierda su tiempo viendo una película que no es terrorífica, que no tiene nada destacable y que en general es muy aburrida. Llegado algún punto los guionistas se quedan sin ideas y ¿saben quién termina siendo el gran malo?: caribús-dinosaurios fantasmas. Es casi equiparable a la monja zombie de "Espejos siniestros". Con la ventaja de que la monja al menos tenía una mínima inversión en el presupuesto. La animación de los espíritus de Alaska es patética y demasiado fuera de contexto. Uno quiere pensar que todo ha sido un mal sueño y que ese no puede ser el final de su película.
Además que los últimos diez minutos suenan a 'nos quedamos sin dinero, dejémoslo todo lo más ambiguo y desesperanzador posible'. Para que uno sepa, entonces, que no se debe jugar con el medio ambiente, o un montón de fósiles fantasmas vendrán a vengarse de nosotros.

Debería advertirse que la película es del 2006, aunque apenas la hayan colgado por aquí en los cines sin ninguna finalidad aparente. Hay que recordar que por aquel entonces comenzaba a sonar lo del calentamiento global y seguro que sonaba como una buena idea hacer una película de seudo terror con aquel trasfondo. El problema es que actualmente ya hemos visto tanto de este nuevo género de 'el mundo se acabará porque lo hemos arruinado' que ya es difícil que se pueda aportar más. Y menos en cuestión de fantasmas vengativos.

Una pena que Ron Pearlman, quien usualmente me parece que escoge bien sus trabajos, se haya prestado para esto. Supongo que, claro, es muy ambientalista y le pareció bien tratar de hacer conciencia con bajo presupuesto. Pero falló, terriblemente.










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