5.7.09



05/07/09
Godard se suma a la lista de directores que tengo más que pendientes por mirar. Y encima de eso, una de las pocas películas que he visto de él, "Nuestra música", ha sido ya en más de una ocasión. Pero es que es una delicia visual.



"Fui niño de un pueblo que no había sido reconocido hasta entonces, y deseé hablar en nombre del ausente. En nombre del poeta troyano. Hay más inspiración y humanidad en la derrota que en la victoria. Incluso en la derrota hay poesía"

"Nuestra música" es un tríptico, casi dantesco, de una travesía casi metafísica por el infierno, el purgatorio y el cielo, a través de la imagen cinematográfica. Toda la fuerza inicial de tal estrategia se aprecia ya en que tres cuartas partes de la película suceden en el purgatorio. Lo que importa es lo de enmedio. Cómo se cuenta la cosa.
Más que una simple película con una trama establecida, esta producción de Godard parece toda una denuncia de la intención artística. Una poética exponenciada a la vez que una forma oportuna de hilar una serie de pensamientos que conciernes al creador francés.
La introducción infernal se sucede a través de diversas imágenes bélicas a lo largo de la historia. Entre el documental y la ficción, las películas se confunden con las secuencias reales. Testigos de la violencia, la tristeza, las condiciones infrahumanas de la guerra. Y luego la travesía por el purgatorio.
La misma película se confunde entre el documental y la ficción. El retrato de una conferencia en Sarajevo se basa en un encuentro real al que fue acudió el director invitado para una plática y en cuya ciudad encontró el sitio exacto en que él localizaría al purgatorio.
De manera fragmentada nos encontramos con distintos testimonios, escenas, que nos hablan de la literatura, la guerra, la pertenencia, los problemas sociales. Goytisolo enuncia en algún punto, como hablándose a sí mismo: Asesinar a un hombre para defender una idea no es defender una idea, es asesinar a un hombre.
El juego principal es explicado a través de la reproducción de la conferencia sobre la imagen que dicta Godard ante un pequeño grupo de aburridos jóvenes: al mostrar la fotografía de una ciudad destruida por algún bombardeo esa ciudad puede representar cualquiera estando en guerra. Nadie puede precisar las ruinas. De ese modo Godard puede poner a un mismo nivel la problemática judía con la palestina sin que eso parezca una extraña contradicción. Todo parece remitir a todo, como si el universo entero girara en torno de una pequeña ciudad de Europa que no se ha recuperado del todo de los estragos de la guerra.

La película puede ser difícil de seguir por momentos, especialmente en el terrible formato en que tuvimos que verla en clase esta última vez que ponía a prueba los conocimientos de francés de todos al tragarse la última línea de todos los subtítulos. Y al no traducir absolutamente de la entrevista con el poeta palestino, cuyo diálogo por suerte encontré íntegro por aquí. Así que sin duda lal cuestión de subtítulos es vital verificarla antes de verla.
Además de esos detalles técnicos, visual e ideológicamente la película es hermosa, pero es más una semblanza de la literatura y la imagen; del infierno, purgatorio y cielo personales. Y una especie de búsqueda de nosotros a través de todo lo demás.




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