5.10.09



05/10/09
Hace algunas semanas ya, con eso de que voy muy atrasada con las actualizaciones, continuaba con aquello de escoger películas pendientes al azar y ya había comenzado por ver "Dans Paris". Una película que baje porque mi hermana está obsesionada con Louis Gardel. Pero como a la media hora la película comenzó a fallar y hasta el momento era tan aburrida que decidí cambiarla. Por uno de esos llamados clásicos que todos tienen que ver: "Matar a un ruiseñor".



"Well, I reckon because mockingbirds don't do anything but make music for us to enjoy. They don't eat people's gardens, don't nest in the corncrib, they don't do one thing but just sing their hearts out for us"

Bueno, por la idea que vagamente tenía sobre la película, pensé que sería algo basado en la discriminación racial de la época. Que tampoco es que me molestara porque se puede construir excelentes tramas sobre ello. De modo que me sorprendió un poco el punto de vista que lleva la fuerza de la narración en la película: unos niños.
Scout y Jem son hijos de Atticus Finch, un respetable abogado del lugar, y, como buenos niños, se la pasan metiéndose en toda clase de asuntos y sintiendo que están descubriendo el hilo negro de la vida a cada momento. Toda la sociedad se pinta así a través de sus miradas inocentes, a veces ingenuas, pero ciertamente con esa capacidad de transformar toda la información que se les presente hasta su nivel de interpretación. La película gana un punto excelente en ese aspecto: no sólo seguimos de cerca las aventuras de los pequeños, sino que realmente vemos todo el mundo a través de sus ojos.

De este modo, las circunstancias raciales son uno más de los puntos que los niños ven a través de distintos momentos, e incluso al principio se podría pensar que no el más relevante. Su padre, aunque cuya presencia se encuentre algo relegada en cuestión de apariciones es el punto fuerte alrededor del cuál se mueven sus concepciones de la realidad (y que además es un Gregory Peck impecable), ha aceptado trabajar en la defensa de un trabajador negro acusado de intentar de violar a una mujer blanca. Una acusación débil que carece de testigos y de coherencia, pero que despierta toda la ira de la sociedad conservadora quien tomará favor por la mujer blanca, claro está, sin importar lo demás. Y que culpará incluso al abogado por hacer su trabajo buscando un juicio justo.

Aunque estas circunstancias no son presentadas casi desde el principio, las iremos viendo a cuentagotas mientras otros episodios van cobrando mayor importancia: Scout yendo por primera vez a la escuela, los cuentos del joven que vive encadenado en casa de uno de los vecinos, las extrañas figuras que los niños encuentran siempre en el hueco de un árbol. Que aunque por momentos uno pueda creerse que se pierde el hilo de la historia, todos estos pequeños retratos de la realidad cotidiana nos ayudan a introducirnos realmente en el pensamiento y el sentimiento de la época, preparándonos para enfrentar un juicio duro, imparcial y cargado de la semántica del odio interracial. Con esas grandes escenas de los soliloquios legales que hacen que uno realmente se adentre en el caso como si estuviera presente. Además que Gregory Peck consigue ponernos completamente en el contexto de una justicia completamente injusta cuando se trata de aceptar la inocencia de un negro.


Por momentos esta misma estrategia de los niños llegó a parecerme un poco molesta (quizá porque sentía que abusaban de este halo de inocencia que supuestamente deben tener los niños) (o yo que sé, quizá los de aquella época lo tenían) y uno no puede evitar tampoco esa cierta moralina norteamericana como para limpiar conciencia. Pero fuera de esos pequeños detalles, hay que aceptar que la figura de Atticus y en general toda la reconstrucción de la época la hacen, por demás, una excelente película.

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