22.11.11


22/11/11
Uno de los eventos que esperaba con más ansias era, claro está, el maratón de Japan Madness. ¿Pasar la noche entera despierta viendo películas hiperbólicas japonesas una tras otra? Era demasiado bueno para ser verdad. Y, bueno, para que quede claro abrimos con el buen Noboru Iguchi.



"Amo, luego destruyo"

El título en inglés de la película, y con el que se le presentó, es "Karate Robot Zaborgar" y es más o menos todo lo que necesitan saber sobre la película. Está basada en una serie japonesa de los 70 así que podrán notar todos los maravillosos tópicos del género, aunque la cuestión de mechas aquí es manejaba durante la mayor parte en un nivel más básico porque Zaborgar es del tamaño del protagonista, las cosas gigantes tendrán que aguantar hasta el final.

Como todos podrán deducir Zaborgar es un robot que pelea (karate) por la justicia en compañía de Yutaka Daimon. Juntos son un equipo fantástico pero claro que eso de pelear por la justicia está visto que siempre trae consecuencias nefastas. Como androides robots en ropa interior que quieren destruirlo a uno. La película se divide en dos partes: el momento de gloria del dúo que termina de manera dramática, y el veinte años después en que las ilusiones de ambos se pondrán a prueba una vez más.
Y todo esto es hablar demasiado de una película de la que queremos ver robots, karatazos y chicas en ropa interior, está más que claro.

Algo que yo había comentado antes sobre las producciones más recientes en la filmografía de Iguchi es que trataba de complicarse tanto con las tramas que en algún punto se perdía un poco el chiste. Tienes una geisha, es robot, no necesitas más, no te compliques más. Pero al poner subtrama tras otra a veces quedaba un poco como un chiste que se alargaba demasiado, y te sigue pareciendo bueno pero ya no tanto. Pues precisamente "Karate Robot Zaborgar" es una vuelta a sus raíces en la cultura clásica contemporánea y a la simpleza que este tipo de cine hiperbólico sabe más que apreciar. Todo lo que vemos es claramente es una repetición vertiginosa de tópicos sobre robots japoneses que luchan por la justicia (y también la imagen del idílico héroe épico moderno) pero es más que ampliamente disfrutable. El estilo de Iguchi está más que cuidado y ponemos notar cómo hasta los más pequeños detalles están pensados con un propósito concreto. Nada tiene ese aire de querer más trascendencia sino que se pase un raro más que bizarro pero entretenido, en que recuerdes probablemente algunas de las series que veías de pequeño y te rías de la ingenuidad de sus tramas.
Los actores están fantásticos, en especial Itsuji Itao quien encarna a Yutaka Daimon de mayor (y a quien vemos por segunda vez en el festival, ya que también había tenido un papel destacable en "Scabbard samurai"), aunque su versión joven, interpretada por Yasuhisa Furuhara tampoco está mal. Y como siempre (es casi un clásico en este tipo de subgénero), por ahí aparece fugazmente mi amada Asami, parece que las películas de Iguchi y Nishimura no están completas sin ella.

Es obvio que uno tiene que sentirse un poco atraído por los elementos particulares de la película para disfrutarla, y sobre todo estar conscientes que es básicamente un divertimento para pasar un rato raro raro. Todo eso excelentemente realizado, por supuesto.




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