29.11.11



29/11/11
En los últimos años se ha puesto de moda reinterpretar libremente cuentos de hadas clásicos. Que a veces parece que eso significaba 'que sean todos adolescentes y sensuales' utilizando los elementos tópicos de nuestra infancia. Ajam. Pues este año se estrenaron dos versiones de La Bella Durmiente, que tampoco es que fuese un cuento que me gustara de por sí pero tendría que ver al menos la propuesta, y por no irme con Catherine Breillat terminé con esta producción australiana.



"Algunos fingen su muerte, yo finjo mi vida"

Había visto ya el trailer y aunque querían hacerlo ver muy artístico y profundo una cosa era clara: todos eran jóvenes y sensuales. Al menos lo era Emily Browning que es prácticamente el único personaje que importa, como nos lo deja claro el poster. Pero había otro detalle que me molestaba de toda esa trama sugerida y que no se concretaría hasta verla plenamente desarrollada.

Lucy es una joven que saca el máximo provecho de su belleza, ya sea para conseguir las cosas gratis, para llevarse con sus amigos, para ganar dinero. Tiene poco recelo en hacer lo que sea necesario y se dedica más a sus trabajitos que a cualquier otra cosa de utilidad. En una de esas entra en contacto con una agencia de chicas de compañía bastante inusual aunque no pasa de materializar un par de fetiches de hombres extravagantes. Pero el dinero fácil crea adicción y Lucy se presta a cualquier cosa que venga y la directriz de la agencia pronto le verá material para convertirla en una de sus bellas durmientes.

Hay tantas cosas mal que no son tampoco terriblemente malas que no sé bien por dónde empezar. Primero, de trama nada, se nos presenta una situación de un modo más que vago y se confía plenamente en que ciertas escenas tengan la suficiente fuerza como para que perdonemos el resto. Y si bien algunas pueden estar bien logradas estéticamente, ello implica que tendremos que tragarnos otras de lo más sosas para 'contextualizar' o hacer tiempo o yo qué sé. Luego está que el único personaje real es Lucy (aunque quieran hacernos creer que un par más son relevantes) y aunque la actuación de Emily Browning no es mala, el propio personaje no da mucho de sí. La vemos caprichosa, sin vergüenza y a veces intuimos que algo debe haber detrás de todo ello pero nada más, el mayor interés que puede presentar es la contraposición de su presencia angelical, que claramente es una chica muy bonita, y que de pronto suelte frases propias de una prostituta cualquiera para conseguir lo que quiere. Y ni siquiera lo hace tanto así que después quizás de un pequeño sobresaltito inicial ya las demás veces asumimos que es así y lo pasamos por alto.
La idea de la agencia de 'chicas de compañía inusuales' quizás podría haber dado mucho de sí pero eso habría implicado mover la trama en otras direcciones, de modo que también lo vemos muy reducido en un par de escenas preliminares antes de todo el asunto de las bellas durmientes. Que si bien se ven como escenas algo atípicas el mayor atractivo no dejan de ser jovencitas en ropa interior y tampoco es algo que no hayamos visto nunca.

Y viene entonces el asunto de las bellas durmientes, que quizás podría ser interesante si no fuera tan obvio. A estas alturas quiero creer que ya esa idea ha dado todas las vueltas que puede dar. Gabriel García Márquez tiene un cuento y una novela alrededor de esa idea y, especialmente, Yasunari Kawabata escribió una novela magistral al respecto en los 60. Los 60. Y todavía más, y aquí viene un spoiler críptico, en sí la película es idéntica a la novela de Kawabata. Si bien no en su desarrollo sí en casi todos sus puntos de acción, donde lo único relevante que cambia es que la narración en primera persona de parte de un anciano asiduo a la casa de las bellas durmientes aquí se vuelve la primera persona de una chica que es una bella durmiente. Una especie de 'la otra versión de los hechos' pero careciendo no sólo de la prosa de Kawabata, sino de cualquier tipo de atractivo que el personaje pueda presentar. Y eso que incluso se incluyen algunas reflexiones de ancianos visitantes para que quede como la contraparte filosófica que el escritor japonés había plasmado. Pero detrás de todo eso no hay nada, absolutamente nada, una ausencia total de psicología en lo que parece ser una adolescente promiscua y caprichosa, un par de secuencias de erotismo vulgar sugerido, muchas secuencias de Emily Browning sin ropa o en ropa interior, un par de problemitas adolescentes, un par de problemitas de tugurio artístico-pornográfico y ya.

A los pocos minutos uno se da cuenta de que la película es terriblemente aburrida, que nada es en verdad interesante y que la única fuerza radica en una idea que no es nada original y que fuera de un par de planos bonitos no va hacia ninguna parte. Lo recuerdo todo y me aburro de nuevo. Seguro por cosas así "La bella durmiente" nunca fue un cuento que me gustara.




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