29.11.10


29/11/10
Cada cierto tiempo busco uno de estos proyectos en que varios directores se reunen alrededor de un tópico y lo representan a través de un cortometraje. Me encanta esta idea porque da un margen enorme de ver cómo un mismo concepto puede representarse de formas muy distintas. Así que cuando leí sobre "Lumière y compañía", donde reunían más de cuarenta directores distintos, no pude resistirme.



"As long as imagination and memory exist, people will try and remember, and print this memory somewhere. Stories won't disappear. The need for listening and watching stories won't disappear"
Además que la idea de la que todo tendría que partir no podría ser más interesante: toma un montón de directores contemporáneos distintos y dales a cada uno (bueno, en realidad fue por turnos, pero ustedes me entienden) un cinematógrafo original. Sí, las cámaras cinematográficas primigenias creadas por los Lumière, con todas las desventajas técnicas que eso puede representar. La idea era que cada uno podría hacer un cortometraje con el tiempo original de las primeras piezas, 52 segundos; no podría tener sonido sincronizado y lo máximo que podrían ocupar serían tres tomas para conseguirlo. Sin duda un reto que podría sonar monumental para un realizador actual pero que eran las condiciones con las que tendría que moverse un director en aquellos primeros tiempos.

Theodoros Angelopoulos, Vicente Aranda, Costa-Gavras, Peter Greenaway, Abbas Kierostami, Spike Lee, Bigas Luna, Liv Ullmann, Wim Wenders, Yimou Zhang, Michael Haneke, David Lynch, por mencionar apenas un puñado. ¿Qué pasa cuando al director le quitas los diálogos, la fotografía, el desarrollo del personaje principal, el sonido, el color, el tiempo? Cuando la imagen no tiene más artificios nos queda una sola cosa: la visión detrás de la cámara.
El proyecto, además de ser un tributo muy merecido a los creadores del cine (o a quienes cimentaron su origen primero, al menos), nos permite adentrarnos en la concepción del cine que estos directores tienen en su forma más pura.

El hecho es que todo gira no en torno a una idea conceptual, que tendría sus lógicas limitantes y que harían que cada fragmento tuviese que relacionarse al menos vagamente con los demás. El reto es meramente técnico y eso permite que cada autor lo enfoque del modo que quiera. Hay quienes aprovechan para tributear de nuevo la historia del cine, quienes lo piensan como un vestigio histórico que debería representar un momento exacto, hay quienes sencillamente quieren contar una historia o quienes procuran crear una pieza que sea notoriamente de su autoría aunque no cuenten con ningún aditamento. Pero no vemos únicamente estos fragmentos, mientras que se van intercalando vemos también el detrás de cámaras, a los autores tomando las decisiones más básicas y llevando a cabo la grabación. También nos encontramos, de manera mucho más caótica (porque al principio nos presentan a cada director pero después puede que aparezca alguno ya antes presentado para tener algún diálogo y si no estás familiarizado con él es probable que no puedas darle ese seguimiento exacto, aunque sin duda es parte del juego), reflexiones de cada uno de los participantes en torno al cine. Como una especie de entrevista coral en que las respuestas se mezclan, en que todos hablan pero también todos dicen cosas diferentes. Una especie de flujo de conciencia colectiva en que todas las voces, por más discordantes que puedan parecernos, nos están transmitiendo una sola idea: esto es el cine. Antes y después de todos los efectos especiales, esto es el cine.

Como en todos los proyectos de este tipo, es lógico que algunas piezas van a resultar mucho más interesantes que otras, o mejor logradas o sencillamente que a uno le gusten más. También es algo necesario que uno sienta ya cierto apego por estas piezas pequeñas y mudas o puede que todo le parezca demasiado anacrónico. Por suerte, creo yo, si uno tiene en general un interés por la visión del cine que tienen sus creadores, toda la parte documental les resultará tan didáctica como valiosa, y es que seguro que nunca está de más sentir que nuestros directores favoritos nos hablan a la cara y nos dicen lo que están haciendo.




¿Pieza favorita de esas primigenios fragmentos cinematográficos? (y me refiero a los cortos de los Lumière, de Méliès y demás)

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