4.11.10


04/11/10
Y otra de las que más esperaba del festival, "Cold fish", el nuevo título de Sion Sono. Seguro que tampoco de este director he visto todo lo que debería (no he visto "Love exposure", para no ir más lejos) pero aún así me encanta completamente. Ya tendremos tiempo para irnos conociendo mejor, pero por el momento nunca está de más ver una película suya. Con peces.



"¿No eres capaz de hacerte cargo de tu familia y crees que mereces vivir?"
Cuando se trata de Sion Sono uno sabe que probablemente habrá sangre y muchas situaciones bizarras de por medio, pero la sorpresa de adentrarse en ellas sin esperar nada más no deja de ser fantástica.

Shamoto es dueño de una pequeña tienda de peces, es el típico japonés exageradamente introvertido incapaz de imponerse ante lo que le rodea. Casado por segunda vez con una joven mujer a la que su hija odia y le hace la vida imposible. La chica se mete en toda clase de líos y en una de tantas la encuentran robando en un supermercado y los padres tienen que ir a dar la cara. Acostumbrados a sólo pedir perdón por los problemas que causa la adolescente no hacen nada tampoco cuando Murata, un hombre que se encontraba en la tienda al mismo tiempo, intercede por la joven y consigue que la dejen ir sin más problemas al tiempo que se muestra excesivamente amigable con la familia y los termina invitando a su negocio: una enorme tienda de peces de acuario. Murata parece el amigo ideal y un hombre excepcional, pero todos sabemos que las buenas intensiones no existen en Japón, ¿verdad? (a menos de que estés mirando un drama pero, ajá, yo casi nunca veo dramas).

La sensación de inicio, el modo en que uno prácticamente cae en la historia sin darse cuenta, me recordó un poco a la sensación de las primeras escenas de "Funny games": todo luce tan armónico que uno sabe que algo tiene que estar mal, pero antes de que pueda reaccionar ya está atrapado. Shamoto se enreda en las atenciones de Murata y ya no hay marcha atrás: su hija comienza a trabajar en la tienda de Murata, ambos se vuelven socios de negocios, su esposa visita constantemente el otro local. Es una telaraña y ya no puede soltarse, sobre todo él que ha sido incapaz de darle un seguimiento propio a su vida. Pero Murata mantiene su máscara por muy poco tiempo y cuando tiene a su víctima atrapada revela lo que verdaderamente es: un despiadado hombre que no vacila un segundo antes de engañar, extorsionar o asesinar a quien sea necesario para hacer las cosas como él quiere y en el momento en que quiere. Pero nadie va a creerle a Shamoto en el lío que se ha metido, especialmente si Murata mantiene un cierto control sobre su hija y su esposa.

Sin duda la naturaleza humana es un misterio, y Sono, con esta trama, nos sacude constantemente arrastrándonos en una historia incómoda, variable, en que nos encontramos oprimidos y desesperados. A destacar es, sin embargo, que tampoco nunca tenemos del todo la sensación de estar presenciando el punto de vista de la víctima. Los valores no están sobre la mesa, y no identificamos a los personajes directamente con protagónicos y antagónicos. Sí que nos adentramos en sus desesperaciones, en sus ansias de poder, en su apetito insaciable, en su soledad, pero todo parece conformar un todo, los elementos necesarios para que la historia continue.
El punto sobre el que se fundamente la trama, está claro, es el poder, de modo que todo lo vemos en virtud de los juegos de poder. Una familia en que ninguno de sus miembros ha podido nunca controlar su propia vida, de pronto se encuentra ante una aparente oportunidad maravillosa que los deslumbra pero en realidad vuelve a subordinarlos a los caprichos del otro. El otro que en realidad es tan solo la mecha que le hacía falta a esa bomba de tiempo que es la desesperación acumulada.
Y para que no haga falta, claro, el agregado de violencia, sangre, escenas gore, sexualidad desbordante, humillaciones y yakuzas (bueno, son muy pocos yakuzas en realidad, pero al menos hacen acto de presencia) no podía faltar. Sion Sono toma una historia y nos golpea directamente con ella.

En una imagen de dos segundos al inicio se nos advierte que la película está basada en hechos reales. Estos hechos reales se tratan de los asesinatos cometidos por Gen Sekine y su esposa Hiroko Kazama, criadores de perros que asesinaron a algunos clientes inconformes. En algunos comentarios breves de reseñas exageran las glorias de estos dos personajes diciendo que se tratan de unos de los asesinos seriales más prolíficos de Japón y que su número de víctimas asciende hasta 100 (conforme vas a otras reseñas el número va disminuyendo a 50 víctimas, 40 víctimas). En realidad un poco de la estructura básica de la historia sí que está inspirado en ellos pero muy por encima, además de que fueron acusados y condenados de tan sólo 4 asesinatos. Sin duda que nos quedamos con la versión cinematográfica que tiene mucho más mérito y morbo.

Destapando, como es usual, la alcantarilla de la sociedad japonesa, nos encontramos con la desintegración familiar, los personajes sádicos y desalmados, la facilidad asiática para volverse locos y un excelente entramado narrativo y visual para llevar la historia. ¿En qué Japón se vive cuando tenemos que preocuparnos incluso por los vendedores de peces tropicales? Tened miedo, mucho miedo.




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2 comentarios:

  1. Es cierto eso que dices
    Funny Games funciona el tiro como comparacion

    De repente uno esta con problemas hasta el cuello y no sabe bien como llego hasta "ese punto" y pues no hay de otra que quebrar todo con un movimiento radical

    Que buena peli
    Gracias por recomendarmela S

    :D

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    Respuestas
    1. Nada que agradecer, todas las películas de Sion Sono son para que el mundo las conozca.

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