27.6.10



27/06/10
Desde hace cuánto me vienen recomendando a Agnès Varda y yo sin hacerle un espacio para mirar algo de ella. Tanto porque siempre es bueno mirar algo más de la nouvelle vague y porque en este caso se trata de un exponente mujer y que, aún más, continua dirigiendo películas a sus 82 años. Imperdonable. Y estaba claro que si comenzaba con algo de ella tendría que ser con "Cléo de 5 a 7".



"You seem to be waiting for something, rather than someone"

Basta una sola secuencia para cautivarnos por completo. El inicio, únicas tomas a color, muestran a una mujer mayor leyéndole el tarot a una joven. Acercamientos a las cartas y toda su semántica: nada bueno puede salir de esos presagios funestos.
"Cléo de 5 a 7" es una película que de tan simple es increíblemente compleja. Se plantea abarcar exactamente esas dos horas en la vida de Cléo (bueno, ni tan exactamente, la última secuencia se supone que termina como a las 6:30). El por qué esas dos horas puedan ser tan relevantes es bastante simple: Cléo ha ido al médico y algo parece indicar que podría padecer alguna enfermedad grave. Ella debe ir a recoger sus estudios a las 7 donde todo será aclarado y es evidente que las horas anteriores resultan las más largas y pesadas de su vida.
Es ella una mujer joven que todo se le ha dado fácilmente y que por lo mismo le ha perdido el encanto a todo. Nada parece agobiarla más que ella misma, un sufrimiento único, particular, inexplicable. Algo así como la tristeza de ser, y nada más. Y sobre todo ahora que siente su vida colgando de un hilo delgado dispuesto a ser cortado en cualquier momento.
No es que Cléo haga nada diferente en esas horas, más que distraerse, ocupar su tiempo en cualquier otra cosa, tratar de no pensar en lo que podría esperarle y obsesionarse pensando en lo que podría esperarle. Dos horas cotidianas, eternas, llenas de presagios.

Cléo es Corinne Marchand, una mujer algo extraña. Recuerdo que mientras miraba la película me parecía increíblemente bella (más hacia el principio que cuando cambia su arreglo hacia la mitad), pero ahora que miro los fotogramas siento que hay algo poco estético en su fisionomía. Es decir, particularmente en su rostro. Pero aún así debo decir que la adoré en la película, siendo ella un pilar tan atormentado, tan débil y caprichoso, tan asustado y altanero, convirtió el conflicto humano más normal (el miedo a la muerte) es una verdadera reflexión metafísica. Porque es claro que el temor hacia la muerte es una sensación de lo más conocida, y no dudo que muchos incluso hayan atravesado la experiencia de esperar eternamente por esos resultados que lo mismo pueden ser benévolos que terribles. De tal modo que la película consigue el maravillo encanto de hablarle a uno de tú, pero sin dejar de lado una narrativa maravillosa, suave, casi poética, a la vez que cotidiana y particular. Porque la vida sigue siendo la de Cléo, con todas sus especificaciones.

Con una estructura no tan experimental como otras películas de la nouvelle vague, pero aún con ese toque raro (dicho esto de manera positiva) que consigue que se salga de los parámetros normales. Con una serie de elementos excelentemente bien usados, entre los que destaco personalmente las intromisiones musicales (que, por otro lado, se justifican porque Cléo es cantante). Me encantaron, el momento en que ella canta "sans toi" me pareció tan desgarrador como hermoso, y creo que de manera muy sencilla pero muy efectiva refleja el caracter y el momento preciso que atraviesa el personaje.

Todo lo demás, no es de extrañar, está de lo más cuidado y consigue, sin duda, una grandísima película. Bella y cercana. Con magníficas curiosidades extra como los cameos de Godard, Anna Karina y Jean-Claude Brialy.
Sin duda otra de las joyitas de la nouvelle vague.

Y ahora tendré que mirarme algo más reciente de Varda, y seguir revisando en su filmografía que me imagino que tiene muchísimas más cosas para ofrecernos en ella.




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