2.6.10



02/06/10
Pen-Ek Ratanaruang es de mis directores favoritos, y la combinación que hace con Tadanobu Asano ya me había cautivado en "La última vida en el universo". Tenía por ahí pendiente ésta, que ya había leído buenas recomendaciones, pero hace apenas unos meses (sí, así de atrasada voy con las reseñas) sentí que era el momento adecuado para verla.



"I like the feeling that the sea isn't judging me. I just look at it, and it just looks at me"

Hay algo en las películas tailandesas que hace que necesite un mood especial para mirarlas, y eso va casi siempre por directores. Podría decirse que Ratanaruang tiene, para mí, algo muy azul, muy calmo pero también muy oscuro. Son cuentos que parecen simples pero no son tan simples, aunque las acciones discurran lentamente y no se busque un final evidente.
Kyoji es un japonés que trabaja para una triada. En Macao, me parece. Sostiene un romance con la esposa de su jefe y este, aparentemente advertido sobre la situación, cuestiona su lealtad pidiéndole que la mate. Y Kyoji tampoco es tonto para tocarse el corazón así que la mata sin más. Entonces el jefe decide que lo mejor es sacarlo un poco del mapa por un tiempo, para evitar que se hagan preguntas, así que tiene que empacar sus cosas e irse a unas vacaciones indefinidas hacia Tailandia, a Phuket, más concretamente.
El viaje de Kyoji es casi metafísico, tiene algo de "divina comedia" y algo de Kafka. Comienza desde el terrible barco en que se dirige hacia su destino, enorme, sin ventanas, prácticamente desierto y los específicos personajes con los que se topa: un bar-tender que expía sus pecados trabajando en algo que detesta, una joven madre con su bebé que huye también, sola, en unas vacaciones indefinidas, un supuesto amigo de la infancia que reconoce a Kyoji sin que éste tenga la más remota idea de quién es. Hay algo triste y siniestro en ese barco, en sus habitaciones absurdas y oscuras, en sus largos espacios vacíos y en el cielo eternamente nublado hacia un supuesto paraíso tropical.
Phuket tampoco resulta mucho mejor, sintiéndose no sólo un extranjero sino un hombre que no tiene nada que hacer ahí, Kyoji no puede sino sentirse increíblemente incómodo, además de que las cosas malas no dejan de sucederle. Al punto de que comienza a resultar sospechoso que todo coincida de manera casual. Todo parece un plan tramado a la mala, casi con desgano, que refleja no sólo la necesidad de explicarle algo a Kyoji sino de los pocos ánimos para hacerlo. De tal modo Tailandia se convierte en una especie de visión gris, incómoda, un espacio neutro en que todo está a la espera de que algo suceda.

Y sí, gracias a mi ambigua explicación ustedes se podrían creer que es de esas películas en que no sucede nada. Tampoco vayamos tan lejos, ciertamente es algo lenta pero en ese estilo particular resulta de lo más disfrutable. El elemento kafkiano sin duda no pasará inadvertido como un absurdo violento pero suave, que encamina hacia una trama algo más enrevesada pero que tampoco tiene demasiado caso que les explique por demás. "Invisible waves" es un viaje que debe atravesarse para que la historia tenga un sentido como tal, ya que esta es principalmente marcada por sus ritmos, su tono a media voz, antes que por las acciones definidas.

Asano de nuevo como un personaje bastante encerrado, aunque como siempre resulta de lo más correcto y no se repite. Y yo lo amo incondicionalmente y no dejarán de parecerme atinadas todas sus decisiones. Además estuvo la grata sorpresa de que la joven madre del barco fuese Hye-jeong Kang, otra excelente actriz que además me resulta preciosa, y en esta película quedó maravillosamente bien ubicada.

Sin duda otro gran acierto de Ratanaruang, además que va acompañado con la magnífica fotografía de Christopher Doyle. ¿Qué están esperando para verla?
(Si disfrutan las películas asiáticas más bien lentas, sino, no me culpen).

Y pronto vamos por "Nymph". Yeah.






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