31.8.10



31/08/10
Me había tardado en continuar con mi paquete de películas de terror, especialmente con ésta que siendo japonesa debió haber sido de las primeras que mirara. Aunque para el título ambiguo que tenía apenas ("Infierno") no es que pudiera imaginarme demasiado.



"You who in life piled up sin upon sin will be trapped in Hell forever"

Cuando uno piensa en terror asiático generalmente se remite directamente a las tan abundantes producciones actuales que han llegado a nuestros cines y videoclubes desde hace algunos años. Pero se deja de lado todo ese cine de terror que había antes de mujeres de cabellos telarañosos y niños que maullan como gatos. "Jigoku" es un excelente ejemplo de lo que se puede hacer siendo tradicional pero original a la vez.

Shiro es un joven que parece acosado por lo funesto, y desde el inicio percibimos una especie de aura negativa alrededor de Tamura, un amigo aparentemente muy cercano a él (aunque parece más dedicado a serlo que Shiro en aceptarlo de buena gana). Su destino se ve sellado una noche en que ambos van por la carretera, Tamura al volante, y atropellan a un yakuza ebrio. Tamura se niega a detenerse y se van, cargando con sus culpas. A partir de entonces todo parece ir mal para Shiro: su prometida muere en un accidente de coche, luego se entera de que estaba embarazada, cae en la desesperación, trata de huir. Pero ese hado ya no podrá alejarse de Shiro sin importar a donde vaya, ni tampoco Tamura, cuya presencia va convirtiéndose casi en una entidad metafísica, una sensación demoniaca que persigue a Shiro. La culminación es inminente: Shiro termina en el infierno donde tendrá que expiar todas sus culpas.

Aunque la trama, sobre todo en las secuencias en que la acción está destinada a proporcionarnos información, pueda llegar a ser un poco lenta por momentos, va construyendo una atmósfera que, más que terrorífica, es funesta. Podemos percibir de manera nítida la opresión que rodea al protagonista y contagiarnos de ese sentimiento de fatalidad que enmarca su destino y la película completa. Aunque el punto máximo y lo que más vale la pena de la película es, claramente, la representación del infierno. Si bien en las escenas terrenales, por llamarlas de alguna manera, ya encontramos motivos clásicos referentes al mismo, no se compara al momento en que se representa ya físicamente. No sólo porque hay un cuidado claro en los escenarios del inframundo, aún cuando su presupuesto no fue el más óptimo y aún más se terminó por completo antes que la película (se cuenta que los propios actores terminaron ayudando con la decoración para ahorrar ese dinero). Diría que gran parte de su valor es el elemento folklórico, claro, se explica bastante bien el concepto que tienen en Japón sobre las condiciones específicas del infierno. Además que la explicación viene en un tono tan épico que ni siquiera resulta informativamente molesta ni nada. De hecho, sí, creo que la connotación épica sería la más apropiada para definir los cantos a la muerte que se representan con esas secuencias. Que, aunque ya dije que no son las más espectaculares en cuestión presupuestal, son bastante útiles para su propósito final. Son magníficas, sin duda que si en algún momento de la película uno podría haber llegado a sentirse algo aburrido, tan solo por esas últimas escenas habría valido completamente la pena.
Aunque hay que aclarar que, en general, la película está de los más cuidada, sobre todo en la cuestión estética y en su fotografía. Sin duda una pieza bastante a destacar en la historia del cine de terror nipón.




¿Última película de terror asiática recomendable que hayas visto?
















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1 comentario:

  1. Paso a saludar.

    Normalmente no comento porque en la mayoría de los casos no he visto las películas que comentas, aunque confieso que te estoy usando como prontuario para buscar películas que no conozco, como con éstas de terror.

    Y ya que ando por aquí te informo que te incluí como parte de mis recomendaciones del Blog Day.

    ¡Saludos!

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