15.5.11


15/05/11
Ya nos tocaba continuar con el cine mexicano de terror, y además con todo un clásico en el género, aquella que fusionó para siempre al actor Germán Robles con la figura del vampiro.



"Sedienta de su propia sangre, buscándola inútilmente, noche con noche, en otros cuerpos"

Una joven vuelve en tren hacia el pueblo donde creció esperando encontrarse por última vez con su tía quien se encuentra gravemente enferma. En el tren conoce a un vendedor ambulante y al bajar con él en la estación se encuentra con que nadie quiere llevarla a su pueblo, por lo que el hombre decide acompañarla haciendo la mayoría del camino a pie.
No es de extrañar que nadie quiera adentrarse hasta allá porque desde antes de llegar al sitio la joven se da cuenta de que poco tienen que ver esos páramos con los que recordaba de su infancia. Al llegar es ya demasiado tarde, su tía ya ha muerto. Y se encuentra también con una atmósfera extraña en su hogar y que un misterioso hombre venido de Hungría se ha instalado también en el pueblo.

Una de las cosas que más consiguen cautivarme del terror mexicano de esta época (y estoy pensando también en otras películas como "La maldición de la llorona") es la recreación que hacen de un México escondido y lleno de bruma. Una suerte de páramos desolados, cubiertos de niebla y árboles muertos que podrían recordarnos más a los paisajes góticos de las películas europeas, pero que a la vez continuan teniendo un toque de mexicanidad que los vuelve una suerte de no-lugares. Como si los mapas se detuvieran en una especie de punto muerto a mitad del centro del país y en ese espacio todo fuese posible. Por otro lado, las haciendas donde la historia central se localiza casi siempre representan también ese sincretismo entre palacio europeo antiguo y arquitectura mexicana de época. Su distribución rompe con toda lógica y uno tiene la sensación de que jamás sabe exactamente cuánto abarca dicha casa y cuanto más esconde.

"El vampiro" saca un fantástico provecho de estos elementos tanto como de las historias clásicas de vampiros, sin añadirle más folklore que las actuaciones de nacionales y algún que otro detalle a la trama. Germán Robles es magnífico como conde húngaro aunque no luzca particularmente húngaro (su presencia es tan poderosa que parece como si no perteneciese a ninguna parte, y eso es todo lo que nos interesa). Y dicha imagen se completa perfectamente con Ariadna Welter como la joven y bella víctima propiciatoria que vuelve al hogar, Alicia Montoya como la tía enfermiza y delirante y Carmen Montejo como la tía siempre joven y fantasmal. La participación de Abel Salazar como el vendedor ambulante que termina por involucrarse en la trama puede parecer un poco fuera de contexto al principio, dado su aire fanfarrón y bromista, pero termina por aportarle un toque particular al tono de la película para que termine de ser algo más que una simple reproducción de las leyendas vampíricas que tanto se repetían en el cine en blanco y negro.

Una película que no sólo es un ya un clásico sino que además ha logrado envejecer del mejor modo al haber utilizado al mínimo los efectos especiales de la época (alguna secuencia no se salvará pero dado el tiempo que ha pasado seguro que podemos perdonárselo). Un ejercicio cinematográfico en el género del terror que por desgracia ya no encontramos en la cinematografía mexicana.
Dado su éxito se grabó un año después su continuación, "El ataúd del vampiro", de la que espero hablemos en algún tiempo.




¿Película favorita de vampiros? (y de eso hay para hablar rato, con eso de que actualmente todos los directores cool tienen que sacar su película de vampiros, argh)

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