9.1.10



25/12/09
Bueno, no tuve tiempo de escribir antes para mandar un escueto pero tierno mensaje de feliz navidad, pero quizá actualizar con ¨Ebola syndrome¨no hubiera sido lo más adecuado para estas fechas. En fin, ya saben.
Hace algún tiempo había visto una película de la prostitución en China, dirigida por Herman Yau, y cinema_asiatico (ahora no puedo ni siquiera checar si ese es el nombre, escribo desde una mac y todo parece extraño para mí) me dijo que no le gustaba el director, excepto esta película. Y, no sé, aquello del ébola me recordó a aquella película de mi infancia, ¨Contagio¨, y me dije por qué no.



¨God created ebola, not me. And his virus will kill all you bastards¨

Habría que aclarar primero que, en realidad, esta no es realmente una película sobre enfermedades. O sí, de alguna manera, pero lo que menos importa es aquello del virus más allá de una excusa para derramar un montón de sangre. Litros y litros de pintura rojo carmesí brotando por todos lados del modo más desagradable posible. Uno no podrá comer hamburguesas tranquilamente por un buen tiempo después de ver esta película.
Ya una vez que uno acepta que es un churro sangriento y desagradable, entonces puede mirar la película sin esperar más de ello y disfrutarla en la medida de lo posible. Lo más extraño es ver a Anthony Wong, siempre tan propio en las películas en que lo había visto, haciendo de un loco sádico pervertido sexual con poco sentido de la higiene.

La historia, como suele suceder en estos casos, es una mera excusa. Él es algo así como miembro menor de una triada y se mete con la esposa de su jefe, cuando éste regresa a casa trata de matarlo pero la situación se le revierte y Kai San, que es como se llama el protagónico, termina asesinando a toda la familia y presentes enfrente de la hijita del matrimonio. Luego tiene que huir de China, como suena lógico, y decide irse al lugar en que menos lo buscarán: Johannesburgo. Fue muy curioso porque esta película la vi justo el día anterior de ir a ver ¨Sector 9¨, preguntándome qué tenían ahora todos con Sudáfrica. Ajam.
Bueno, en Sudáfrica a Kai San le va terriblemente mal, trabaja cuasi esclavizado en un restaurante chino, todos lo discriminan y ni una sola mosca (ajam, ni una sola mujer) se le acerca. De modo que cuando van a una aldea perdida en medio de la sabana donde todos mueren de una extraña enfermedad, a comprar carne barata para el negocio (ayudando poco a la imagen que usualmente se tiene de la higiene en los restaurantes chinos), aprovecha para agarrarse a una chica africana que no parece poder defenderse mucho en sus últimos estertores.
Tan tan tan taaan, lo que todos habíamos estado esperando, el personaje se enferma de ébola pero tan tan tan taaaaaaan, la supera y se vuelve inmune y se la pasa vengándose siniestramente de todos los demás a los que va contagiando. Una suerte de María Tifoide mucho más letal y siniestra.
Y de ahí, litros y litros de pintura roja y escenas cada una más asquerosa que la anterior. Pero, bueno, si han sobrevivido a ver cómo la viejita de ¨Drag me to hell¨escupe constantemente sus dientes, seguro que unas hamburguesas de carne humana contagiada de ébola no serán tan shockeantes como parecerían en un principio. O quizá sí.

En fin, que no hay que esperar una obra maestra, es de las películas que uno ve por placer mórbido y que son disparatadas hasta lo imposible. Y por eso funcionan, sin buscarle más. Claro, para nada recomendable a espíritus sensibles. O a fanáticos de Anthony Wong en su faceta seria.




Creo que ya lo había preguntado con anterioridad pero: película favorita sobre enfermedades.
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