19.9.09



19/09/09
Continuando con mis películas azarosas, cualquiera podría pensar que un gran número de mis filmes pendientes son asiáticos. Y quizá sea así.
"After life" se encontraba en mi lista de 100 películas que hay que ver antes de morirse. No sé qué tan buena lista sea pero de poco en poco vamos quitando las que quedaban.



"You can forget? Well, then that really is heaven"

Quise comentar después la película con algunos amigos y resulta que yo era la única que no la había visto. La sola idea de la trama a mí me pareció excelente: al morir llegas a una especie de limbo representado a través de un edificio con cierto dejo de burocracia, donde se te informa la situación. Ahí deberás permanecer durante el resto de la semana, con todas las comodidades necesarias. Durante los primeros tres días debes escoger cuál es el más valioso de todos los recuerdos que tienes, para que durante el resto de la semana el equipo que lleva adelante el lugar se encargue de reproducir la escena a modo de película. Después, podrás irte. Después, olvidarás todo menos ese recuerdo.

La idea de lo que sucede después de la vida ya ha sido abordada al máximo cinematográficamente, de manera que muchas veces es difícil trabajar sobre ello sin quedar un poco mal parados. Personalmente lo que me cautivó al principio de la película es querer presentarnos la situación sin ningún sentimentalismo. Una sala de espera, una persona sentada frente a ti que te informa que has muerto recientemente. Que no hay cielo ni infierno: sólo lo que viviste. Y a partir de ahí, con un toque documental, las distintas situaciones de los fallecidos que toca atender esa semana y un poco también de los consejeros que deben tratar con ellos. A través de distintas entrevistas y la vida dentro del edificio, permitir que ellos vayan descubriendo qué momento exacto podría definir toda su vida. Aquellos que están muy seguros de qué recuerdo escojeran, los que hablan mucho de ciertos momentos pero eligirán otros, los que mienten, los que recuerdan mucho, los que no encuentran sentido en nada.
Y supongo que de cierta manera es inevitable involucrarse con la película porque es una invitación clara a que uno se cuestione: ¿qué momento escogeríamos nosotros llegado ese punto?

Al principio temí un poco que ese tono serio, calmo, medio encerrado del edificio y de la película en general pudiera terminar aburriendo un poco. Pero es sorprendente cómo logra mantener y atrapar de maneras muy sutiles al espectador. Se evitan la molestia de querer confundirnos con grandes historias: son momentos tiernos, difusos, tristes, los que aparecen. Situaciones que uno piensa que podrían haberle pasado. Personas que fueron felices con los más mínimos placeres y que nos dejan la interrogante si no es eso al final lo que vale la pena.

Una película hermosa que creo que realmente vale la intromisión en esa dichosa lista de las 100 películas que bla. Aunque quizá su trascendencia no sea al nivel de culto que otras podrían ostentar, pero sin duda que es una delicia cinematográfica. Y además, es suave. Una película grata.




No preguntaré qué momento escogerías porque es obvio que eso se lo responde cada quien.






















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