2.3.09



02/12/08
Desde hace varios días me vengo diciendo que debería aprovechar mis noches para ver películas y recuperar el tiempo perdido. Al final el sentimiento de culpa por pensar en la posibilidad de ver películas en lugar de adelantar mis entregas finales puede conmigo y me digo que no. Y sólo el sentimiento de culpa porque finalmente tampoco adelanto en mis entregas finales. Cosas. Y debería comenzar a hacer algo, tomando en cuenta que tengo dos entregas para el viernes y todo el día de mañana lo pasaré con Ian porque es su cumpleaños.
Pero bueno, hoy después de varias peripecias un poco molestas, nos dispusimos de ver alguna película que tuviera que ver con algún problema mental: bipolaridad, esquizofrenia, personalidad múltiple, etc. Y sólo nos dispusimos porque al final nos quedamos con una de asesinos, claro, después de haberla comprado tan barata lo menos que podíamos hacer era verla.



"Quiero que quede claro que voy a matarte. Podemos tener una larga conversación, pero al final voy a matarte"

No sabía muy bien qué imagen hacerme de la película. Si no mal recuerdo comenzó porque mi hermano la vio con grandes espectativas y al final le pareció considerablemente mediocre. O porque también Alejandra me dijo que la vio y no le gustó particularmente. Pero tampoco estoy segura de que esto sea verdad o esté confundiendo sus opiniones respecto a otra película, o distintas películas. Y a mí me encanta Darío Grandinetti, y bueno.
Comienza la película y de las primeras cosas que dicen los créditos iniciales es que se trata de la adaptación de una obra de teatro. Eso cambia mi visión al respecto, uno se predispone a cierta teatralidad. Y especialmente una noción de teatralidad que no siempre es la más adecuada. Pienso en "Equus", "Dois perdidos numa noite suja" y "Sleuth", historias que me dejaron con la certeza de que estaban hechas para su representación teatral y que la adaptación cinematográfica apenas si hacía una triste justicia de ellas.
Cuestión de lenguajes, dice mi maestro de cine, aunque siempre terminamos discutiendo por las adaptaciones de comics. Ajam.
Aunque la premisa a modo de sinopsis me había llamado la atención (un hombre secuestra a su ex mujer y la encierra en el sótano confesándole que es un asesino y que ella será la próxima víctima) me gustaba, quizá por su simplicidad, la primera escena no terminó por convencerme: un video de ese mismo hombre, Darío Grandinetti, claro, hace un recuento a modo de monólogo sobre la primera experiencia que tuvo asesinando a alguien. Hace falta sólo un cambio de toma para que la perspectiva de uno cambie radicalmente: la estética de la película es deliciosa. La toma de la mujer, amarrada a una silla, con su seductor vestido rojo entreabierto y en un sótano completamente decorado para la situación, es terriblemente bella.
A partir de ahí se sucederá lo mismo en todos los escenarios, jugando con la idea del realismo que exige una película (supuestamente) con lo artificial que corresponde a una obra de teatro. Cada detalle de los escenarios estará cuidado con un detalle único.
A partir de ahí inicia el verdadero juego entre Ramón y su ex esposa. Una psiquiatra que, por otro lado, se encuentra muy lejos de poder ayudarlo en sus patologías. El hecho de que Ramón sea, precisamente, un profesor de filosofía centrado en la estética (brutal que cuando intervengan su clase esté dando una cátedra sobre "El asesinato como una de las bellas artes" de De Quincey) ya le da suficientes puntos ante mí, claro. Por otra parte el principal juego se da entre lo real y lo evidente: ¿es en realidad Ramón un asesino? tanto como está perfectamente dispuesto a aceptarlo, negarlo, montar todo un escenario o hacer de ese mismo escenario su vida. Con un ritmo de giros continuos que hacen que el espectador ya no sepa qué esperar del desenlace final puesto que todo se encuentra en posibilidad de ser falso, una pantalla sobre la que constantemente descubrimos otra verdad para que la misma sea negada a continuación.
Quizá en algunos momentos llega a ser algo pesada, especialmente entre largos momentos entre el supuesto asesino y su ex mujer, siendo la pretensión inicial de éste es sumergirse en el diálogo, en las razones, en repasar obsesivamente cada punto inconcluso en la antigua relación con la mujer. Aunque, claro, en algunos momentos llega a ser algo cansado, aunque sean las escenas más cuidadas visualmente, al punto en que parece una ficción más allá de los propios hechos que se desenvuelven en el otro hilo argumental. Tal como De Quincey pretendía ubicar al asesinato, de un modo esencialmente estético.

A mí personalmente me pareció una muy buena película, que quizá no vaya a ser la obra maestra que todos estamos esperando pero que mantiene al espectador suficientemente interesado y, sobre todo, que rompe con las usuales tramas de asesinos seriales que ya se encuentran en todos lados. Una visión íntima de un caso suficientemente particular como para tocar a todos de algún modo. Con un personaje perfectamente delineado y sobre todo, encarnado del mejor modo por un actor como Grandinetti. Muy adecuado si buscábamos algo que reflejara alguna patología.

Y ahora, claro, me digo que hace cuánto que debí haber visto "El aura" y nada. Ya comienza a ser tiempo.



¿Cuál es tu película favorita con Darío Grandinetti?
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