8.9.10



08/09/10
Ya me había tardado en regresar al terror mexicano. Y sobre todo esas producciones tan particulares que aparecieron por los 60s. De "El barón del terror" (que fue conocido en Estados Unidos como "Brainiac") ya había visto algunas escenas y no dudaba de que fuera a ser de lo más psicotrónico. Y es que hay veces en que uno necesita ver terror malo.



"Tu antecesor me condenó a ser quemado vivo, y tú tendrás que pagar por eso"

Lo cierto es que con todo, "El barón del terror" se adentra fácilmente en la categoría de películas tan malas que resulten buenas. Para quienes gustan de la serie Z, los pésimos efectos especiales, las trama trilladísimas y los recursos narrativos casi risibles; la película es una oda al terror barato tan sincera (por tan mala, está claro) que resulta difícil resistirse del todo.

La trama terrorífica es previsible, el buen Abel Salazar (icónico para este tipo de cine en México) es el barón Vitelius d'Estera, y está claro que tiene que ser malo malo. Por ello la Inquisición le dio jaque apenas tuvo la oportunidad. Pero como es tan malo, cuando está a punto de morir jura vengarse no de sus verdugos, sino de sus bisnietos (o la generación que sea que le toque aguantar su regreso). Muy al estilo de "La máscara del demonio" de Bava pero con una gran diferencia, justamente en la máscara.
Vitelius regresa a México muchos años después, cuando ya nadie recuerda su vida anterior, coincidiendo con el regreso también del cometa Haley. Cae en una especie de iceber estelar y comienza su reino del terror. Para llevar a cabo su venganza siniestra se hace de un nombre, bueno, básicamente el mismo nombre, pero se hace de un castillo y se hace pasar por millonario ocioso que invita personas al azar a pasar veladas en su casa. Pero está claro que todo es un plan, y que esos invitados ingenuos son las próximas víctimas de su mortal apetito.

Ahora bien, si no han escuchado antes de la película y se fian de que el fotograma que escogí, por decencia, no se ve tan mal, caerán en el primer error. Aquí es cuando debo recordarles que la película no tenía ni un peso de presupuesto, ni uno solo. Así que cuando tienen que hacer una diferencia entre el barón cuando se hace pasar por un mortal común (común y millonario, casi nada) y cuando está a punto de victimizar a alguien, pues lo transforman. Y se transforma en un ser con una cabezota enorme de papel maché que tiene siempre una lengua viperina de fuera y cuyas manos son como tenazas de cangrejo (también en versión papel maché, claro). Es imposible no admirar la visión con que se concibió al personaje estéticamente. Es de lo más risible y si de por sí la atmósfera incita casi siempre a la risa, consigue aún mantenerse en el punto exacto para que el supuesto terror resulte una mezcla de lo más extraña.

Debo decir que yo lo disfruté, aunque con plena consciencia de lo que iba a ver y sin esperar ni una obra de arte ni mucho menos asustarme. Es casi folklórico. Pero sin duda es una película que resultará sólo para los amantes del género o alguien dispuesto a pasar por una experiencia de lo más singular, de otro modo será demasiado evidente la cantidad de errores o tópicos mal manejados que presenta. Aunque seguro que ese es precisamente su chiste.



¿Alguna película de terror raro que os guste?










Categories: , ,

0 guiños:

Publicar un comentario